Capitulo 2 | Espera lo inesperado

16.8K 1.1K 856
                                    

28 de diciembre

Dulce

—Y es por eso que no debes salir sin mi permiso o supervisión ¿Entiendes?

Lo miré perdida pero divertida a la vez, no había escuchado ni una palabra de lo que dijo por estar pensando en ese idiota y las ganas que tenia de darle un sartenazo.

—Ya veo...—asentí con una sonrisa mientras me hacia la interesante —No entendí.

—Dulce...—suspiró cansado papá.

— ¿Si?

— ¿Lo hiciste apropósito?

— ¿El qué?

—El dejarme esperando una hora en la puerta de mi casa.

—No —respondí rápidamente —Además en parte es tu culpa por no tener tus propias llaves, papá.

—Las perdí en el avión.

— ¿Lo ves? Ambos somos distraídos —solté con lógica —A ti se te perdieron las llaves y a mí, pues se me perdió el tiempo.

—Está bien...—negó con la cabeza, cansado, para luego sentarse frente a mí.

Ahora que observaba mejor su despacho, estaba tal como lo recordaba.

Los estantes complementados con las paredes blancas, había tantos libros, algunos de derecho otros de historia pero lo que más me gustaba de estar aquí dentro era que papá tenía una sección de fantasía.

Ese era mi genero favorito aunque era un poco triste caer en la realidad de que era mentira todo lo leído, ya que aunque lo deseara con todas mis fuerzas ¿Dónde encontraría un sexi vampiro? ¿O un hermoso hombre lobo? En mi mundo solo había simples mortales y yo era uno de ellos.

Dejando el lado melancólico ¡Vaya! Qué bonito suena...

MELANCOLICO.

—Hija... —llamó nuevamente papá.

— ¿Qué sucede?—respondí mientras me acomodaba en el asiento.

—Te noto un poco perdida ¿En qué piensas? —se mostró interesado.

—En un ogro —asentí con diversión —Uno muy grande y feo.

Papá me miró sin comprender mi broma, aun así sonrió extraño y cambio de tema.

—Supongo que te sorprende mi presencia aquí.

Me recosté en el espaldar de mi asiento mientras negaba ligeramente. Qué bonito estaba el techo.

—Las sorpresas las doy yo, papá —volví a mirarlo —No tú.

Él se quedó mudo por unos segundos, luego simplemente, puso los codos sobre la mesa y comenzó a hablar.

— No mentiré —advirtió —Soy consciente de que no soy el mejor padre del mundo.

Vaya, adoraba la sinceridad momentánea de este hombre.

— ¿Y...?

—Sé que ni siquiera merezco ser llamado padre, pero, hija lo he intentado, nadie nace sabiendo cómo ser padre menos como ser un padre soltero.

—Tienes un buen punto —asentí —Continua.

—También sé que debido a mi egoísmo por mantenerme solo por lo que paso con tu madre a llegado lejos —Lo miré con una ceja alzada, no podía creer lo que estaba diciendo — Es por eso que a partir de ahora estaré más atento a ti, quizá no de golpe pues conoces mi trabajo pero te aseguro que estaré menos ausente que antes, lo que quiero decir es que...

Prohibido Enamorarse de Dulce ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora