Capítulo 52| Londres

4.6K 448 166
                                    

Dulce

— ¡No! —solté entusiasmada sin poder creer lo que estaba viendo.

Damon frente a mí solo asintió lentamente.

—Créeme...

—Te juro que si es cierto, Damon te amare por el resto de mi vida —chillé más emocionada que antes.

—Ya, no quisiera que me mates por una decepción —sonrió —ahora cierra los ojos.

—No me lo creo...—murmuré apenas audible.

Habíamos llegado a Londres hace cuatro días, nuestra estadía aquí fue más larga que en New York aunque Damon me prometió que volveríamos para terminar nuestra excursión. Sin embargo estar en Londres me gustaba mucho, habíamos visitado muchos museos y centros de atracción.

Debía admitir que habían sido días muy entretenidos al lado de Damon, él era simplemente fantástico además de que parecía conocer muy bien el lugar.

Y ahora frente a mí me lo demostraba nuevamente.

Hoy era nuestro último día en Londres, mañana 11 de marzo estaríamos volando a Seattle, así que debido a la situación Damon me había traído a una heladería en la cual creí que era igual a las demás pero eso estaba por cambiar.

—Puedes abrir los ojos —escuché decir a Damon.

Cuando lo hice, frente a mí, había una gigantesca copa y dentro de ella había todo tipo de dulces, en especial y lo que se llevaba mi corazón eran las más de quince bolas de helados que tenía dentro, era simplemente Wow.

—Te amaré por el resto de mi vida —chillé para luego abalanzarme frente a Damon.

El solo sonrió y se encogió de hombros, tímido.

—Eso es mucho tiempo.

—Lo suficiente para hacerte saber que estaba en lo correcto al elegirte.

— ¿Elegirme? ¿Me elegiste para qué? —preguntó claramente curioso.

—Damon Vans, eres la persona con la que quiero envejecer y golpear cuando seamos viejitos, los mejores del asilo, quiero pegarte con mi bastón y decirte "Lo ves, duramos y aun te quiero"

Mi confesión pareció sorprenderle mucho a Damon, al final este solo se me quedo viendo, luego sonrió y me jaló a su lado para besarme en la frente.

—Yo también quiero ver como envejeces y te vuelves una ancianita gruñona —bromeo.

—Me ganarás en eso —contrataque.

—Sí, claro, y justo este viejito quería pedir unos dulce más —dijo inocentemente —Creo que la vejez no me dejaría comerlos.

—Tranquilo, yo puedo comérmelos por ti —sonreí victoriosa.

—Bien, volvamos al hotel para alistarnos —me tendió la mano la cual agarré entusiasmada pero me quede pegada al suelo.

— ¿Qué haremos con mi enorme vaso de Helado? —hice un puchero.

—Pues no los llevamos —dijo obvio.

Al escuchar aquello, un trabajador de la tienda se acercó a Damon para hablar con él.

—Señor, no puede llevarse el vaso gigante de vidrio, le pertenece al restaurante.

—Bueno, ya no —el empleado lo miro confundido —Estoy comprando ahora mismo ese vaso.

Después de que el tonto de Damon comprara ese vaso de sesenta centímetros fuimos hasta el hotel en el que nos estábamos hospedando.

Prohibido Enamorarse de Dulce ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora