Capítulo 36| En la oscuridad de un recuerdo

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ADVERTENCIA DE CONTENIDO DELICADO

LEER BAJO SU PROPIO RIESGO

Dulce

El primer resto del día en la hacienda de papá fue totalmente aburrido.

Creo que hasta la chica recepcionista, el único humano más en este lugar, estaba aburrida.

Lo que hice al llegar, fue explorar el área como cualquier persona que quiere escapar, claro está y lo que me encontré fue todo verde, era muy lindo todo aunque el paisaje sería mucho más hermoso si las personas que quiero estuvieran aquí, conmigo.

Papá se había equivocado conmigo, porque absolutamente nadie en el mundo es maduro, eso es de frutas no de personas.

Mi vida se resumía en entender que yo nací para hacer el ridículo, tú decides si quieres ser parte de esta vida descabellada o no, así de simple.

En fin.

— ¿Puedo salir y volar como un ave libre? — insistí por milésima vez a Luz, la recepcionista.

Ella negó con la cabeza

— No puedes salir, ni tampoco volar y lo sabes.

— Si no salgo, moriré de claustrofobia — dramaticé. — Por favor, solo serán unos minutos.

— Eres muy dramática — suspiro rendida— Puedes salir cinco minutos pero regresas en ese lapso, sabes que me pueden despedir.

— ¡Si! — Chillé emocionada, quería abrazarla pero aun solo la conocía un día, no sabía si le agradaba el contacto físico así que decidí respetar eso.

Había pasado un día entero explorando y hoy, el segundo día de mi encierro exactamente a las siete de la noche me encontraba fuera de la hacienda. La verdad que necesitaba respirar, no había dormido mucho, despertarme a la una, tres y cinco de la mañana era casi no dormir.

Las pesadillas habían comenzado lo que me aterraba, pequeños fragmentos volvían a mí y en realidad todo lo que hacía ahora, pasearme por esta casa era para evitar dormirme.

Me daba miedo hacerlo, me sentía sola.

— Tranquila — me animé dando pequeños saltitos sobre el camino de rocas. — Estoy bien, estoy sola pero estoy bien.

Después de los cinco minutos tuve que volver, tampoco quería que luz perdiera su trabajo, parecía ser buena persona así que pase las siguientes horas mirando una película tirada en el suelo con las piernas arriba.

El mundo se veía bonito estando boca abajo. Ah, pero no lo era tanto cuando la sangre llegaba a tu cabeza, luego de por casi desmayarme, decidí cubrirme con las sabanas.

¿Debía dormir? Claro que sí, eran las diez de la noche.

¿Quería hacerlo? Claro que no.

Un sentimiento triste se posó en mi pecho, me sentía triste, extrañaba bastante a mi primo, a mi papá, a mis amigos y a... Damon.

En especial a él, extrañaba pegarle, llamarlo idiota y decirle que lo quería ¿Qué estaría haciendo ahora? ¿Extrañándome? No, negué con la cabeza, él no podía extrañarme, seguro estaba ocupado con sus cosas.

— Una oveja, dos ovejas, tres ovejas...— comencé a contar para comprobar si era real lo que había escuchado.

Mala idea, parecía si funcionar ya que caí rendida.

Prohibido Enamorarse de Dulce ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora