Capítulo 39 | Error

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Dulce

San Valentín

Un día muy especial para la gente que tenía con quien compartir aquel sentimiento tan famoso llamado amor y un día común para las personas que no ponían su dependencia emocional en cualquier persona además de quizá tener problemas con su responsabilidad afectiva.

Este era mi caso, hoy iba a ser un día o muy bueno o muy malo, tenía un extraño presentimiento que me lo confirmaba.

—Señorita.

Un joven bien vestido además de portar un extraño pero curioso sombrero negro se acercó a mí para tomar las llaves de mi auto que había acabado de estacionar segundos antes frente a la gran casa blanca que deslumbraba por tener una iluminación que alcanzaba a iluminar las casas vecinas.

—Gracias. —le tendí la llave para finalmente verlo llevarse mi auto.

Caminé unos pasos más mientras mi corazón se agitaba de la emoción, entonces esta era aquella sorpresa de la que hablaba Damon. Habían organizado toda una fiesta de San Valentín.

Negué sonriente aun sin poder creérmelo mientras entraba a la gran casa ¿A quién se le habrá ocurrido esta grandiosa idea?

— ¡Dulce! —un chillido se escuchó frente a mí, no tardé en ubicar a la persona.

Era Brooklyn, llevaba un vestido hermoso color dorado que se pegaba a sus curvas, estaba preciosa y a su lado, debo confesar que el iceberg no se veía para nada mal, si omitíamos esa mirada de "Muéranse todos", sería perfecto.

— ¡Hey...!—me acerqué sonriente. — ¿Cómo están?

Ella me abrazó y me besó ambos cachetes emocionada.

—Bien, bien ¿Cómo has estado tú?

—Pues bien en lo que cabe, creo que estos días de vacaciones me vinieron de maravilla. —sonreí con tranquilidad.

—Me alegra oír tanto eso. —envolvió su mano con la de Sam quien solo asintió en mi dirección en forma de saludo. — ¿Estas emocionada por lo de hoy?

La mire confundida.

— ¿Hoy? ¿Qué pasará hoy?

Sonrió nerviosa.

—Me refiero a que es San Valentín y pues eso...

— ¡Oh, cierto! —Asentí lentamente —Por cierto, ¿vieron a Damon?

—Si digo no... —se contradijo Brooklyn.

Confirmado, estaba nerviosa pero ¿por qué?

—Vendrá en unos minutos. —informó Samuel de lo más tranquilo. —Está arreglando algunas cosas.

¿Está arreglando?

— ¡Oh, espera ¿Él fue quien organizó esta fiesta?!

—En teoría. — se encogió de hombros Samuel. —Él hizo todo esto para ti.

—No puedo creerlo ¿Cómo fue que...?

Mis palabras quedaron suspendidas en el aire ya que unos brazos me obligaron a girar para corresponder aquel abrazo en el que me vi envuelta.

— ¡Prima! —Me apachurró más a su pecho —Te he extrañado como no tienes idea.

—Yo también —le di palmaditas en la espalda, estaba feliz pero tampoco lo iba a gritar a los cuatro vientos, aunque a decir verdad, quería hacerlo, me sentía muy alegre.

—Me alegra verte, Dulce. —saludó Ada quien se encontraba justo a su lado.

Llevaba un vestido corto de un dorado brillante, este le caía muy bien, reflejaba su adolescencia avanzada, se veía simplemente linda, como siempre.

Prohibido Enamorarse de Dulce ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora