Capítulo 6 | Jamás faltar a una regla

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Damon

Suspiré de alivio cuando vi la casa de Sam a unos metros.

Habíamos llegado a nuestro refugio momentáneo. Después de saludar y de que dulce tomara su decisión entramos a la casa de Sam, deje que ella continuara hablando con su padre mientras yo me enfocaba en lo que haría después de todo este caos.

Esta chica sí que era el verdadero ejemplo de una caja de sorpresas.

Jamás imagine que así iba a ser la hija del gran abogado Arthur Spencer, ni siquiera me imagine que tendría una hija, bien guardado se lo tenía pero era obvio que como cualquier padre preferiría mantener alejada a su hija de los espectáculos además que tenía muchos enemigos.

Aunque debo admitir que la imaginaba, guapa, alta, con un kilo de maquillaje, con tacones y un ajustado vestido pegado a su cuerpo de infarto como una chica más de las que viven aquí.

Y bueno lo que tenía en frente, la dulzura, era una chica muy distinta, no era un Ángel de Victoria Secret, creo que ni se lavaba la cara, incluso ahora estaba descalza y ni hablar de su vestimenta, parecía que sacaba su ropa de una venta de garaje y eso que su padre tenía bastante dinero, era una chica impredecible.

Pero, dejando todo eso fuera, no podía negar que era linda, su carácter era fuerte, sin duda, una chica que podía tener a cualquiera, si no fuera tan insegura. No era lo que esperaba y eso extrañamente me provocaba curiosidad respecto a ella, quería conocerla aún más aunque sabía que eso implicaría problemas.

No era la típica chica que se callaba frente a nada, no era maleducada pero tampoco exactamente cordial y bien hablada, estaba loca y no era para nada tímida eso lo demostró cuando por casi le rebana el amiguito a ese sujeto que la había drogado.

Si tan solo hubiese llegado un momento antes se lo hubiese cortado yo, no solo por la dulzura sino por el hecho que tengo una madre y una hermana que son mujeres y están expuestas a cualquier estupidez de esos sujetos que se hacen llamar hombres.

Podre ser comportarme como un idiota pero yo entiendo de límites o al menos soy más consciente de lo que pasa a mí alrededor.

Volviendo a la dulzura, era tan rebelde.

— ¿Qué me ves? ¿Tengo un moco o qué? —preguntó con sarcasmo la mencionada.

—Quizá tú seas el moco completo. — respondí con una sonrisa.

Esta extraña chica sacaba un lado completamente nuevo, uno rebelde, inusual, era extrañamente divertido estar cerca de ella, pero debía tener cuidado. Esta chica me complicaba en todos los sentidos.

—Ya caca de mono... —me insultó — ¿Qué haremos?

Podía notar miedo en su mirada, sabía que estaba asustada por lo que había vivido hace unas horas y no la culpaba. Que una casa estalle frente a ti y tengas que matar a una persona para salvarte no era algo que vivías a diario a menos que fueras un prófugo de la justicia, terrorista, mafioso, ahora que lo pienso, muchos pasan por esto a diario.

—Tú...—la señalé para luego regresar el dedo con el que la apunte, hacia mi cuerpo — Nada, yo mucho por no decir todo.

Dicho eso, la deje en la sala para que conversara con Brooklyn, estaba seguro que se llevarían bien. Además era lo mejor para las dos, Dulce era...dulce y Brooklyn no tenía amigas, o al menos eso era lo que creía yo.

Camine junto a Sam hacia su despacho, estaba seguro que si no fuera uno de mis mejores amigos me botaría a patadas de su casa luego de decirle todo lo que pasó, después de todo no era muy amigable, ni cariñoso, ni tan agradable que digamos.

Prohibido Enamorarse de Dulce ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora