Capítulo 8 | La sonrisa de Damon

9.2K 743 534
                                    

Dulce

"Tu madre murió."

Las palabras de papá resonaron una y otra y otra vez en mi cabeza.

Mamá ¿Murió?

—Hija —Papá movió su mano frente a mí tratando de llamar mi atención — ¿Estás bien?

—Estoy bien. —respondí mientras recobraba el aliento.

¿En qué momento había dejado de respirar?

—Lo siento, sé que la confesión fue muy dura, no debí decírtelo de golpe pero lo consideré importante, ella sufrió un accidente automovilístico y no pudo...

— ¡No! —Grité callándolo mientras me ponía de pie —Papá no continúes, no quiero saber con quién iba, ni cómo fue que murió.

El me miró con... pena.

¿Por qué? ¿Por qué tendría que importarme esa mujer? La misma mujer que me abandonó, que me dejó siendo apenas un bebé, la mujer que puso el dinero antes de mí.

¿Por qué debía sentirme mal por ella? No, no tenía por qué hacerlo, ella tuvo su vida, fue feliz, tuvo sus hijos, al menos eso quería imaginarme, siempre desee que estuviera bien y feliz, que les diera el amor a sus hijos, ese mismo amor que no tuve, pero ahora ya no importaba eso.

Ya no me importaba su presencia, total nunca la tuve.

—Pero hija...ella es tu madre.

— ¿Mamá? —Lo miré con molestia —Yo no tengo mamá. Nunca la tuve.

—Dulce, ella...

—Esa mujer que me abandonó no puede ser mi madre, yo no soy la hija de un monstruo —grité con un nudo en mi garganta —No quiero saber más del tema, padre, encárgate de desaparecer esa información de mí, como siempre lo has hecho.

— ¿A qué te refieres, hija?

— ¿Crees que no lo sé? —Sonreí amarga —Todo el tiempo que te ausentaste fue para cubrir y borrar información que pueda ser perjudicial para mí. Todo lo que sucedió esa noche, tú te encargaste que nadie se enterara ¿Cierto? Porque si no fuera así, yo ni podría salir de esta casa.

—Hija...—papá trató de acercarse a mí pero retrocedí.

—Encárgate de eliminar las evidencias de lo que me hace daño, mi mente hará su trabajo sola.

Dicho eso, me marche en silencio.

Eso era lo que sucedería. Papá limpiaría mi camino y mi mente borraría todo recuerdo malo, por alguna razón siempre lo hacía, bueno o malo, ya no recordaba mucho de mi infancia, los recuerdos de probable soledad se habían esfumado.

Además, no pensaba derramar ni una sola lagrima por una persona que no me quiso, ya no.

Camine sin saber a dónde iba, pase la sala, el lugar donde me preguntaba muy seguido donde estaba mi madre, pase la cocina, otro lugar donde me hacía mil preguntas acerca de ella, toda esta casa estaba llena de lo que pudo ser pero no es, ni será.

— Esa cara me dice que tu padre por fin se decidió a mandarte a un manicomio —esa voz.

Mis pies me habían llevado donde él ¿Por qué? ¿Por qué se había quedado? ¿Me estaba esperando? Esperaba equivocarme.

— ¿Puedes sacarme de aquí? —pregunte ignorando su broma.

Él me miró de arriba abajo con una mirada extraña, tratando de analizarme y quizá buscando una respuesta a mi cambio de humor.

Prohibido Enamorarse de Dulce ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora