Capítulo 54| Las Vegas

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Dulce

— ¡No te creo! —grité mientras Damon sonreía orgulloso.

— ¡Sorpresa, Dulzura! —corrió a abrazarme.

Aun sorprendida por su declaración, mire la gran pantalla del aeropuerto y efectivamente estábamos donde había dicho pero aún no podía creérmelo, aunque claro que era de esperarse una sorpresa así por parte de Damon, no por nada me dijo que me cubriera los ojos con un cubre ojos durante todo el viaje, no fue hasta que llegamos.

—Las Vegas...—dije aun sin poder creérmelo.

—Y no es la única sorpresa que tengo para ti.

Sonreí emocionada, después de aquel susto con mi alergia tuvimos que quedarnos un día más en Seattle descansando y a la vez reduciendo mis últimos dos días en las vegas. Hoy era el primero y mañana el último así que los disfrutaría con todo.

— ¿Qué sorpresa? —pregunté sonriente mientras jalaba mi maleta en rueditas, Damon a mi lado llevaba las otras dos.

—Pues la sorpresa llegará en la noche por ahora solo dejemos nuestras cosas en el hotel.

Asentí mientras dejaba mis maletas en un auto negro.

— ¿Alquilamos un auto? —pregunté porque Damon había sido el que me había guiado hasta él.

—No

— ¿Entonces?

—Lo compre —se encogió de hombros — ¿Te gusta?

Sonreí inconscientemente.

—Eres un tonto.

Subí al auto y me coloqué el cinturón de seguridad.

—Dina Hutton ¿Estas tratando de seducirme? —Se burló —Recuerda que ya nos casamos y somos marido y mujer.

—Ni me lo recuerdes —reí —Estuve probablemente ebria cuando firmé los documentos.

Después de reír y conversar con Damon acerca de los planes de lo que restaba del día, llegamos al gran y lujoso hotel en el que Damon había reservado una habitación.

—Aun no lo puedo creer —me dejé caer en la cama.

— ¿Qué no crees? —Damon se tiró a mi costado.

—Que estemos aquí —suspiré —Lo malo es que después de mañana tenemos que regresar.

—Entonces vivamos como si nos fuéramos a morir mañana —sonrió poniéndose de pie — ¿Confías en mí? —extendió la mano.

— ¿Te crees Aladino?

— ¿Soy sexi?

— ¿Qué?

—Que soy Aladino sexy ahora sígueme. —Damon agarró mi mano jalo de ella.

— ¿A dónde vamos?

—A vivir como si fuera nuestro último día.

Después de aquellas palabras, decidimos perdernos todo el día, literalmente, habíamos entrado y salido de muchos edificios, muchos casinos sin embargo no nos quedábamos mucho tiempo dentro para no llamar la atención.

Incluso habíamos encontrado algunos juegos mecánicos, nos subimos y disfrutamos de la adrenalina, paseamos, comimos helado, nos dejamos caer sobre un arenero en un parque de niños.

Terminamos en una pequeña fiesta hasta que se hizo de noche y tuvimos que regresar.

—Pequeño regalo de adelanto —dijo Damon mientras me tendía una bolsa blanca.

Prohibido Enamorarse de Dulce ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora