Capítulo 7 | Secretos escondidos.

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Dulce

Y así como apareció, se fue.

Damon salió de la habitación antes de que formulara tan sola una palabra.

¿Cómo había olvidado algo tan importante? Digo, un arma era fundamental para hallar a quien disparó, si la encontraban, todo se acabaría, mi vida se acabaría pero por alguna razón Damon parecía saber qué hacía. Y por más extraño que fuera, tenía la sensación de que podía confiar en él.

Quizá él no se olvidó de aquel detalle es más creo que él lo planeó todo. Le dio el trabajo a la policía para que retiraran los pedazos que quedaban y justo ahora que el área esta despejada aprovecharía eso. Sería fácil de encontrar el arma ¿Verdad?

Después de todo, Damon parecía un tipo realmente calculador, en estos momentos dudaba de nuestro juego ¿Qué pasaba si él ganaba? ¿Podría destruirme? Claro que sí ¿Lo haría? Lamentablemente lo tendremos que averiguar.

Maldición, comenzaba a arrepentirme de todo. En especial de haber cruzado palabras con aquel demonio.

— ¿Qué pasó? ¿A dónde se largó Damon? —preguntó Brooklyn entrando nuevamente al cuarto.

Ella era muy hermosa, tenía esa vibra que te dan ganas de hacer todo o incluso inspirarte, debía admitir que por el momento me caía realmente bien, era muy positiva, linda y graciosa pero el que parecía querer asesinarme con la mirada era Samuel aunque no dudaba que fuera así con todo el mundo.

— Pues según dijo, uno de sus tantos amigos imaginarios lo llamó. —bromee nerviosa, ella no debía saber lo de la explosión ¿O sí?

Mierda, era obvio que lo sabía, después de todo era amiga de Damon. Bien, ahora me sentía como toda una tonta por mentirle cuando ya sabía la verdad de la explosión.

— ¿Vale? —Afirmó dudosa — Y tú ¿Cómo sigues?

Dejó la pregunta al aire mientras salía por unos segundos y volvía a entrar en la habitación pero esta vez traía en manos unos chocolates en barra, me lanzó uno y nos sentamos a comer en su cuarto, era un cuarto muy grande lo que me hizo pensar que en realidad este no era el cuarto de Brooklyn sino también de Sam, al fin y al cabo, ambos vivían en la misma casa.

Decidí ignorar aquel detalle para enfocarme en mi pancita la cual regia por hambre.

—Bien —dije con sinceridad mientras le daba un mordisco a la barra dulce —Aunque aún estoy preocupada por todo lo que pasó.

Me senté al lado de Brooklyn, notando que su cama era muy cómoda ¿Debía preguntarle la marca del colchón? Quizá luego.

Ella sabía de la casa de Damon y está al tanto de la explosión, creo que podría confiar en ellos, después de todo eran los amigos de Damon, y para que el imbécil confiara tanto debió de ser por alguna buena razón al final seguían siendo sus amigos.

—Damon lo solucionará —afirmó confiada, confiaba en su amigo y eso se notaba — Créeme, él lo arreglará, siempre lo hace.

— ¿Siempre? —Pregunté curiosa — ¿Ya le paso algo similar?

—Se podría decir que si...—admitió encogiéndose de hombros —La seguridad y egocentrismo de Damon es la envidia de muchos.

¿Quién podría envidiar a un demonio como él, tan inteligente, tan atractivo? Ah, claro que nadie, era un idiota.

—Él es muy tonto. —respondí.

—Aunque veas a Damon a veces bromista, arrogante o coqueto, ese chico lo planea todo, creo que hasta planeo el que sus padres lo procrearan...—bromeó.

Prohibido Enamorarse de Dulce ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora