Capítulo 49| La Propuesta

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Dulce

—Buenos días familia.

Saludé mientras tomaba las llaves de mi auto y salía corriendo.

—Buenos días —gritaron Papá y Darren a mis espaldas —Llegaras para la cena ¿Verdad?

—Si pero por favor ordenen algo —grite riendo —No quiero morir intoxicada.

—Cocinamos mejor que ratatouille —gritó Darren — O a su altura, considerando que era una rata.

—Cocinaremos algo delicioso, ya verás —escuché decir a papá antes de pisar el acelerador y salir en marcha.

Sonreí para mí misma, hoy todo iría bien, tendría que ir bien.

Luego de un largo viaje, pasando bosques pude llegar al lugar en el que creí que moriría gracias a Sam y su pistola nada peligrosa.

—Me da tres ramos de rosas blancas. —pedí a la señora del día anterior, ella volvió a sonreírme, era muy callada pero aquella sonrisa me reconforto no importaba que no la conociera era simplemente algo imprevisto.

Camine tranquila, aún era de día, no pasaban las diez de la mañana y tenía muchas cosas por hacer, hoy le pondría fin a muchas cosas y empezaría otras. Ya estábamos marzo después de todo, nuevo mes nuevas experiencias.

Primero me detuve frente a Sara.

—Creo que si estuvieras viva me golpearías por lo que intente hacer ayer —sonreí triste mientras me agacha para dejar el ramo de rosas.

—Sabes, creo que ya es hora de dejarte ir, lamento haberte retenido mucho tiempo por mi sufrimiento pero creo que por fin las cosas irán bien, tengo amigos, tengo incluso un chico que me quiere —reí pero me quebré en el intento.

—Lo siento, lamento todo pero te prometo que viviré, no caeré en la desesperación, después de todo tú diste la vida para mantenerme con vida a mí, no sería justo desperdiciar como si nada la mía, no sabes cuánto te quiero y te recordare hasta que sea una ancianita, la ancianita más popular del asilo ¿Lo recuerdas? Esas seriamos nosotras...—Deje salir un largo suspiro mientras me levantaba —Hasta luego, Sara.

Camine en dirección opuesta, recordando el camino por el que me había conducido Sam, me comencé a secar los ojos con la manga de mi abrigo borrando un poco mi visión hasta que me detuve en seco.

—Hola Dulce —Lo mire quieta, sin saber qué hacer, sin saber cómo reaccionar.

—Hola...Zed.

Camine aún más lento para llegar a su costado, Zed se encontraba sentado justo en medio de las tumbas de Camila y Daniel.

—Se sentirá sola si no vengo a visitarla ¿No crees? —me sonrió.

—Lo siento. —murmure con un nudo en la garganta.

—Tranquila, yo entiendo por lo que has pasado, en realidad nada de esto es tu culpa, ellos decidieron actuar por su cuenta, me alegra al menos saber que en ti quedó la voluntad de vivir de esos dos, eres una gran chica, un poco inmadura pero bueno madurar es para frutas ¿No? —bromeó.

—Zed...

—Al menos teniéndote a ti con vida, siento que ellos no murieron en vano, que en ti esta su fuerza de voluntad y anhelo por la vida —Negó con la cabeza sonriendo —Creo que las palabras sabias de las viejitas del bar se me están pegando.

Sus palabras me hicieron sonreír.

—Eres todo un Don Juan —reí.

—Quizá —se encogió de hombros — Pero como dijo, no recuerdo quien, mientras llegue la indicada diviértete con la equivocada.

Prohibido Enamorarse de Dulce ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora