Capítulo 4 | Un juego de dos.

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1 de enero

Dulce

Desperté sintiendo un dolor punzante en mi cerebro.

Pestañee muchas veces para poder observar con mayor claridad donde me encontraba. Bajo mi cuerpo podía sentir el suave colchón y las suaves sabanas. Sin embargo había algo en especial que me alteraba.

El olor. Olía como a bosque, a una frescura que aunque era buena, significaba que no estaba en casa porque en mi casa solo se podía sentir el agobiante olor y sabor amargo de la soledad.

Cuando logré abrir mis ojos por completo estos chocaron con la luz cegadora de la luna que cruzaba las ventanas a mi lado izquierdo. Me comencé a mover, inquieta y temerosa al mismo tiempo, viendo cómo se iban formando pliegues deformes en las colchas negras que cubrían todo mi cuerpo, sin embargo solo podía concluir en una sola cosa.

Estaba en una cama pero no era mi cama.

— ¡Hasta que despertaste! —Esa voz llena de burla llegó a mis oídos —Fea durmiente.

Lo busque con la mirada y ahí estaba, frente a mí, sentado en un sofá negro. Lo fulminé con la mirada por unos segundos mientras analizaba mi entorno.

Era un cuarto sin duda espacioso, sus paredes eran blancas pero sus implementos, como la cama, el sillón, las mesitas de noche, los roperos, todas esas cosas eran de un negro puro.

— Ja, ja, ja —reí amarga— ¿Cómo fue que llegué aquí? Espera ¿Dónde es aquí?

— ¿Aquí? —Repitió con sorpresa y pesadez —Este lugar es un secreto.

— ¡¿Y qué demonios hago yo en tu lugar secreto?! —Estallé en gritos — ¡¿Acaso me secuestraste?! Te voy a demandar, maldito.

Damon se echó a reír mientras le daba una palmaditas a su pierna en son de burla. Que irritante.

—Deberías agradecerme.

— ¿Por secuestrarme? No, claro que no.

—En primera, no estas secuestrada —aclaró conservando su postura imponente —Segundo, deberías agradecerme porque te rescaté de esa fiesta cuando estabas por morir.

— ¿Morir? —Repetí confundida — ¿Cómo que morir?

—La verdad esperaba que me explicaras tú, ya que yo solo te encontré en tus últimos segundos —contó mientras pasaba una mano por su cabello y me sonreía —Así que dime ¿Qué sucedió?

—No recuerdo del todo.

— ¿No recuerdas si bebiste algo? ¿O comiste algo fuera de lo normal? Porque debido a tu desmayo de horas, o quizá cansancio, puedo decir que te drogaste o bebiste hasta morir.

—Yo no hice nada.

— ¿Segura?

—Claro que sí, ahora deja de ser un idiota, gracias.

—Pues ¿Qué esperabas? Te desmayaste en plena fiesta, por cierto ¿Siempre eres tan aguafiestas?

Damon soltó una risa baja, decidí ignorarlo unos segundos para forzarme a recordar, necesitaba saber todo lo que pasó la noche anterior.

— ¿Estás pensando o ya te dormiste?

—Jodete, demonio.

—Ya lo estoy, dulzura.

—Bien, me alegro —cambie de tema, necesitaba ubicarme — ¿Qué hora es?

—Exactamente las tres de la mañana. —Anunció con sarcasmo — Feliz año nuevo.

Prohibido Enamorarse de Dulce ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora