6 || Confesiones

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EVA MONTGOMERY

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EVA MONTGOMERY

En la mañana pude ser consentida por Claudia— la mujer que ha estado conmigo en los últimos años y también quién se hace cargo de la casa— y por su esposo, Noah.

Ambos hicieron un delicioso desayuno y me mantuvieron entretenida mientras charlaban de la gran fiesta a la cual asistieron hace unos días. Ellos viven en el gran jardín que poseo, en una casa que me encargué de diseñar y decorar.

Viven conmigo hace dos años y medio.

Se supone que ellos son encargados de cuidar a personas mayores por un año, lo cuál fue gracioso al principio porque ellos no imaginaron que la próxima persona que cuidarían fuera una adolescente de veinte años.

Luego de eso, cree con ellos un vínculo familiar y luego de un año fue difícil separarnos, por lo que ellos renunciaron a su trabajo y ahora trabajan para mí.

Aunque ellos insisten en que no debo hacerlo, a escondida siempre les dejo en su cuenta de banco una buena cantidad de dinero.

Ellos suelen pasar la mayoría del tiempo en el jardín, dónde miles de flores descansan o en el huerto, dónde la cosecha de alimentos crece.

Suelen cocinar, hacer las compras del hogar y encargarse de los pagos de la luz o agua. A veces, Claudia pierde su tiempo en las tiendas de ropa, gastando el dinero suficiente cómo para llenarme una habitación de prendas para vestir.

Noah, sin embargo, se mantiene buscando eventos o juegos deportivos.

Siempre estamos juntos en competencias o torneos dónde podemos divertirnos o simplemente gritar cómo locos cuando nuestro jugador o equipo favorito pierde.

Ellos son los padres que hubiera querido tener, y yo soy la hija que ellos no pudieron tener.

Al llegar a la oficina, me enteré de que Bonnie había salido con Leslie para comprar unas herramientas, así que decidí dirigirme al salón de descanso para preparar un café.

Mi sorpresa no fue ver al señor Heughan charlar cómodamente con Andreas.

Mi sorpresa fue ver que parte de mi pasado era el tema de conversación.

Estaba molesta, realmente molesta con Andreas, porque lo que hablaba era parte de mi historia y solamente me correspondía a mi contarla. Me molesté aún más cuando el señor Heughan se encontraba bastante interesado en saber más.

Ahora mismo estoy decepcionada, pero trato de ocultarlo.

Sin observar al señor Heughan, camino hacia la barra que se encuentra en el fondo del lugar. Observo de reojo cómo se sienta en una de las altas sillas y se queda observándome con fijeza. Busco dos tazas y sirvo un poco de café en ambas. Le deslizo una de ellas hasta estar delante de él. Baja la vista para observarla y hace una mueca de repulsión al instante.

Más allá de la ficción #1 Where stories live. Discover now