Eva Montgomery disfruta de una vida llena de colores y alegría. El ambiente en su trabajo es cálido y acogedor, aunque siempre habrá una chispa de drama alrededor. Una sonrisa es lo que nunca faltará en su rostro, junto con sus ojos brillantes que p...
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EVA MONTGOMERY
Continúo devorando el desayuno que está delante de mí y con mi otra mano sigo deslizando el dedo en la pantalla de mi celular. Leo las noticias que involucran a mi empresa y luego me entretengo con los escándalos de los artistas, por ejemplo, cómo las imágenes que veo de RSO y Martina Massey saliendo de lo que al parecer fue una alocada fiesta.
El sonido de la puerta al ser abierta solo significa que Jamie acaba de levantarse. Llevo la taza de café a mis labios y observo cómo él ingresa mientras sostiene el celular en sus manos. Se encuentra sin camisa por lo que disfruto de la maravillosa vista que me está ofreciendo y más aún cuando su pantalón cuelga de sus caderas.
–Buenos días, Jamie.
Él alza la vista de su celular al escuchar mi voz y sus ojos suben por todo mi cuerpo. Me volteo hacia la bolsa que está encima del microonda y se lo ofrezco.
–¿Por qué estás vestida de esa manera?– pregunta señalando con su cabeza mi vestimenta. Él se acerca a la bolsa y comienza a abrirla.
–Tenemos una reunión con Chrissy Harvet.
Jamie frunce el ceño y enfoca su atención en mí.
–Cerramos el trato con su empresa, ¿Por qué debemos reunirnos con ella?
Me encojo de hombros y termino de beber lo que resta de mi café. Al pasar por su lado palmeo su espalda, me encamino nuevamente a la habitación para poder cepillar mis dientes y terminar de arreglar mi cabello. En todo eso, escucho como Jamie habla con su hija, me informa sobre un cliente que le ha enviado un correo para programar una reunión y que posiblemente viaje a Londres para arreglar un asunto en una de sus empresas.
–¿Qué asunto?– pregunto con curiosidad.
–Es sobre una hacienda. –abrocha la camiseta limpia que Ian le trajo hace unos minutos– Los dueños se reúsan a venderla a pesar de que les ofrecemos un por ciento elevado por las ganancias.
–¿Qué hacienda es?– deslizo el labial por mis labios y lo observo a través del espejo.
–La hacienda de los Russo.
Me echo a reír al reconocer el apellido.
–Los hermanos Russo, conozco a los dueños. Solía tener sexo con el hermano mayor y es el hombre más difícil después de ti que he conocido. Así que te deseo toda la suerte del mundo.
–Perfecto...– él se acerca a dónde estoy y me ofrece su brazo –...me acompañarás a Londres y me ayudarás a convencerlos.
–¿Qué se supone que ganaré con eso?– pregunto mientras arreglo las mangas de su camiseta.
–Ganarás una cantidad de por cientos porque incluiré a Eva Art Lines.
–Me parece bien, pero ¿Qué sucede si me pide sexo a cambio de aceptar la oferta?
