Eva Montgomery disfruta de una vida llena de colores y alegría. El ambiente en su trabajo es cálido y acogedor, aunque siempre habrá una chispa de drama alrededor. Una sonrisa es lo que nunca faltará en su rostro, junto con sus ojos brillantes que p...
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ALLIE FONTAINE
Apago la radio y sostengo el volante con fuerza. Continuo dejándome llevar por el mapa que muestra mi móvil la calle a la que necesito llegar. Hannah me vuelve a llamar, pero decido no contestarle ahora mismo.
Necesito realizar esto sola, sin nadie más. Muchas veces busque la solución en Eva, pero soy una mujer adulta. Debo ponerme los pantalones de niña grande y afrontar esta situación que deseo acabar.
El celular me indica que he llegado a la calle. Me estaciono en un aparcamiento libre y bajo del auto con mi cuerpo temblando.
Observo el letrero de la clínica que está delante de mi. Una mujer en la entrada reparte tarjetas con la información del lugar, pero solo puedo ver a través de los cristales a las mujeres con expresiones desanimadas esperando.
–Hola. –me dice la mujer de las tarjetas– ¿Puedo ayudarte?
Carraspeo y acomodo mis gafas de sol.
–¿Está certificada esa clínica?– señalo la que está delante de mi y detrás de ella.
–Si. –me ofrece una tarjeta– Hacemos todo con profesionales y médicos certificados. Somos parte del Hospital San't Gairsen y solemos hacer el proceso con las normas indicadas.
Acomodo el bolso de mi hombro y sostengo la tarjeta en mis manos.
–¿Usted lo haría?– le pregunto a la mujer. Ella sonríe con comprensión, pero estoy segura de que nadie comprendería lo que estoy sintiendo en este momento.
–Lo haría si no estoy segura o preparada. La decisión es tuya y nadie más aparte de ti debe decidir. Debemos aprender a no traer a personas no deseadas al mundo, ¿Por qué lo haríamos?, somos seres egoístas al hacerlo porque los comprometemos a que tengan una vida llena de miseria y dolor. Si no estás capacitada para cuidar de alguien más, mejor no tomes decisiones que puedan perjudicarte, y mucho menos si perjudican al bebé que piensas traer.
Ella me da una última sonrisa y se retira. Sus palabras retumban en mi cabeza y calan en lo más profundo de mi corazón.
Es mi cuerpo, mi decisión y nadie más debe decidir por el.
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