15 || Paleta

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EVA MONTGOMERY

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EVA MONTGOMERY

Deslizo las gafas de sol por mi rostro y continúo observando a Andreas. Él menea su cabello de un lado a otro mientras alza sus brazos hacia arriba y menea sus caderas con exageración.

–¡Estamos en las Bahamas, perras!

Hannah lleva las manos a su rostro totalmente avergonzada cuando las personas de la playa nos observan. Sonrío con diversión y la abrazo por los hombros. Mi vista se pierde por las vistas maravillosas que los cuerpos masculinos están ofreciendo mientras caminamos por el lugar que nos llevará a la recepción.

–Madre mía, a tú izquierda. –murmura Hannah con discreción mientras observa hacia el frente.

Tiro disimuladamente mi cartera al suelo y me agacho rápidamente para recogerla. Al hacerlo, observo hacia dónde Hannah indicó. Vuelvo a ubicarme de pie y ella con una sonrisa entrelaza su brazo con el mío.

–Es cómo una paleta de chocolate. –murmuro refiriéndome al hombre que estaba en las duchas– Delicioso.

Ella se ríe con fuerza llamando la atención de Andreas. Él se detiene y al estar a la par de nosotras se ubica a mi otro lado entrelazando su brazo de la misma manera que Hannah.

–¿De qué se ríen?

–De lo deliciosas que son las paletas de chocolates.

Andreas baja un poco sus gafas y observa el panorama. Hannah y yo reímos con fuerza cuando muerde su labio inferior y se abanica con sus manos drásticamente.

–Muchas paletas, muy delicioso. –susurra.

Llegamos a recepción y decidimos acercarnos rápidamente a la barra dónde un hombre con una camiseta abierta muestra unos espectaculares abdominales.

El hombre es un bombón.

Andreas y Hannah comienzan a pestañear coquetamente mientras caminan cómo si de una pasarela se tratara. Sonrío con diversión incluso cuando Andreas endereza su espalda y saca pecho cómo las mujeres suelen hacer.

El hombre enarca una ceja al verlo y luego enfoca su mirada en nosotras.

–Buenas tardes, ¿Qué desean?– hasta su voz ronca es caliente.

–Tú número. –comenta Andreas.

La nueva paleta de chocolate le sonríe con amabilidad.

–Lo siento, mis gustos son hacia las mujeres.

–Eso decían los hombres antes de acostarse conmigo.

Él se remueve incómodo.

–¿Qué-que desean tomar?– vuelve a preguntar en nuestra dirección con clara incomodidad por la mirada penetrante de Andreas.

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