Eva Montgomery disfruta de una vida llena de colores y alegría. El ambiente en su trabajo es cálido y acogedor, aunque siempre habrá una chispa de drama alrededor. Una sonrisa es lo que nunca faltará en su rostro, junto con sus ojos brillantes que p...
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EVA MONTGOMERY +18
Posiblemente mi rostro demuestre preocupación. Cualquier sentimiento que no sea enojo, pero eso no basta para que la mujer delante de mí continúe observándome con temor. Le he dado una pequeña sonrisa, he hablado con amabilidad y ella sigue bajando la cabeza al hablarme.
Las mujeres no deben bajar la cabeza ante nadie, menos si es hacia otra mujer.
–La señora Fontaine está lista para la cirugía.
–¿Crees que podamos verla antes?
–Si, señora Montgomery. –baja la vista hacia unos papeles– Se encuentra en la puerta cinco. –Hannah comienza a caminar hacia las puertas de cristales que están detrás de ella. –Solo puede entrar una persona. –pero sus palabras ya no importan porque Hannah ha desaparecido. Le dedico una sonrisa de disculpa y le agradezco por la información. Empiezo a hacer el recorrido que mi querida amiga acaba de realizar. Observo médicos ir y venir de un lado a otro. Mujeres en los pasillos, supongo que esperando por aquellas que están luchando dentro de las habitaciones.
Ingreso a la habitación que se me ha indicado y solo se puede escuchar la fuerte risa de Hannah.
Allie me observa con una pequeña sonrisa. Está pálida, con unas fuertes ojeras y cuando me saluda puedo notar su voz apagada.
–Hola, guerrera. –saludo y me siento a un lado de su cuerpo en la camilla– Tengo unas fuertes ganas de reprenderte por no avisarnos que estarías aquí hoy.
–No quería molestarlas. –dice en voz baja.
–Eso es una excusa de mierda. –añade Hannah– Tenías la cabeza en el trasero, por eso no nos avisaste.
–Pensé que mi decisión no les agradaría.
Una sonrisa se dibuja en mis labios.
–La única decisión que siempre apoyaré, será la cual elijas para tu bien. –sostengo su mano– No debes temer en decirnos.
–Nuestras opiniones valen mierda, querida. –Hannah sostiene su otra mano– Haz lo que se te salga de los cojones.
–Me gusta cómo ambas opinan lo mismo, pero de diferentes maneras.
–Soy una mujer educada. –digo.
–A mi me importa una mierda lo que digan, sinceramente. –Hannah me observa– Educada mis cojones, Eva.
Allie se ríe y se acomoda mejor en la camilla sin soltar nuestras manos. Nos observa a ambas y sus ojos comienzan a llenarse de lágrimas.
–Estoy aterrada. –susurra.
–Oh, guerrera. –dice Hannah– ¿Estás segura de tu decisión?
