𝐋𝐚𝐬 𝐧𝐨𝐭𝐚𝐬 𝐝𝐞𝐥 𝐚𝐦𝐨𝐫

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Un leve sonido se escuchaba a lo lejos de la habitación, era tan tranquilo de escuchar, incluso de seguir, ¿de dónde provenía aquel hermoso sonido?

______ abrió los ojos, pestañeó un poco antes de tomar completa conciencia, frente a ella el ojiverde yacía dormido en el sofá, aquel angelical rostro, esas largas pestañas, esos labios delgados, todo en él parecía ser sacado de un bello cuadro, un lienzo suave trazado con los mejores pinceles.

La pequeña cobija estaba en el suelo, probablemente Aidan se había movido que esta fue a dar en el suelo.

_______ salió cuidadosamente de la cama intentando hacer el menor ruido posible, el cielo aún estaba algo obscuro, pero la curiosidad de saber de dónde provenía aquel sonido la intrigaba demasiado. Tomó la cobija del suelo y se la volvió a poner a Aidan, el chico aún dormido se aferro a la manta y giró un poco su cuerpo, logrando encontrar una posición aún más cómoda.

Bajó lentamente las escaleras cuidando de no ser vista por nadie, era cierto que se sentía cómoda en la casa del chico, pero aún no tenía la suficiente confianza de las mayores como para estar deambulando por ahí sin Aidan a su lado.

El sonido se volvía más claro, era producido por un violín, probablemente era de un CD o algo por el estilo, no cambió de idea hasta verlo con sus propios ojos. Se detuvo observando como Roxanne tocaba con delicadeza el violín en sus manos, creando hermosas melodías con el, sus ojos cerrados debido a la inmensa concentración, dejando llevar a su cuerpo con las notas que esta producía.

- ¿Cuánto tiempo llevas ahí? - preguntó aún con los ojos cerrados, con una sonrisa en su rostro.

- ¿C-Cómo es que me vio?

- De hecho solo sentí una presencia, el que me respondieras fue mera coincidencia, creí que estaba loca. - rió depositando el violín en una mesita detrás de ella.

- Señorita Roxanne usted toca precioso, no sabía que podía tocar el violín.

Unos pasos se hicieron escuchar de pronto, detrás de las chicas estaba Aidan, con el cabello algo desordenado.

- ¿Tan temprano practicando?

- Sabes que no hay que desperdiciar ni un minuto, Gallagher.

- Señorita Roxanne, ¿Desde cuándo sabe tocar el violín? Se nota que tiene experiencia.

La mujer llevó sus dedos a su mentón.

- Desde que soy niña conozco a Lauren, la madre de Aidan. Ambas entramos a una academia de arte, Lauren decidió dejar la música, pero parece que su hijo heredó su pasión por esta. - sonrió.

- ¡Aidan...! ¿También tocas algún instrumento?

Aidan tomó asiento en uno de los sillones de la habitación, recargando su cabeza en una de sus manos.

- Roxanne forma parte de una de las orquestas más importantes de Nueva York, ella me enseñó todo lo que sé, sé tocar la guitarra y el piano. Antes solía tocar el piano en esa orquesta, pero la dejé.

- ¡¿Por qué lo dejaste?! ¿No dijo Roxanne que heredaste de tu madre la pasión por la música?

- Lo hice, no me refiero a que haya dejado la música, solo dejé la orquesta, quiero ser un solista, componer mi propia música, que la gente me reconozca por mi nombre. Ahora toco en algunos restaurantes en donde transcurren disqueras buscando a sus nuevas estrellas.

- ¿Entonces... también cantas?

- Sí, mi sueño es la música, y tú.

- Gallagher, harás que la niña muera de un sonrojo.

Aidan solo rió un poco antes de continuar.

- Lo lamento, las palabras solo salen.

Roxanne suspiró antes de volver a tomar su violín y tocar suaves notas en el.

- El amor es hermoso, como las notas de un violín. - susurró mientras una hermosa armonía los envolvía.

- Como los trazos en un lienzo.

- Como los acordes de una guitarra.

- ¡Vaya, tienen una mente muy artística chicos! - Roxanne volvió a depositar el violín en la mesita, volteó a ver el reloj en su muñeca. - Aún es temprano pero podemos desayunar algo antes de ir a llevar a ______ a su casa, su madre debe estar esperándola con ansias.

Ambos asintieron, salieron de la habitación caminando hasta el comedor, en donde después de un par de minutos Roxanne se acercó con avena, algo de fruta y frutos secos, para tomar un smoothie de avena con chocolate.

- Señorita Roxanne, gracias por la comida.

- No me agradezcas a mí, la madre de Aidan trabaja demasiado para poder tener de todo en la cocina. - rió.

- Tú también lo haces, trabajas bastante en la orquesta. - añadió Aidan.

- Bueno, todo esto es por nuestro trabajo duro y constante, aunque hayamos tomado diferentes caminos somos felices y de algún modo tenemos una recompensa por nuestra determinación.

- ¡Muchas gracias, realmente son mujeres que deseo tomar como ejemplo a seguir!

...

Ya habían pasado algunos minutos desde que terminaron su desayuno, Roxanne se ofreció para llevar a ______ a casa, Aidan las acompañó simplemente para poder despedirla y llevarla hasta casa, tal vez poder conversar un poco con su madre. La brisa helada entraba por la ventana estremeciendo por completo el cuerpo de los chicos, pero de alguna forma se sentía bien.

Al llegar, todos bajaron del auto, _____ tocó la puerta, inmediatamente salió su madre.

- ¡Cariño! - exclamó dando un fuerte abrazo a su hija. - ¡Muchas gracias por traerla hasta casa!

Roxanne recargó un poco su mano sobre el hombro de _____, sonriéndole a su madre llena de entusiasmo.

- Su hija es bastante linda, ya veo de donde heredó su belleza, ¡se parece demasiado a usted!

- Muchas gracias. - sonrió la madre de la chica.

- Tía Roxanne, ¿No olvidas algo?

- ¡Oh, es cierto! - la mujer sacó de su abrigo dos entradas y se los entregó a la madre de ______. - El viernes por la noche tengo un concierto de orquesta, me haría mucha ilusión verlas ahí.

- ¿O-Orquesta? ¿No suelen ir a ese tipo de conciertos solo gente de clase? - exclamó algo preocupada la madre de ______.

- ¡Que va, esos son solo estereotipos, para la música no hay clases, todos la disfrutamos por igual!

Ambas chicas sonrieron, al igual que Aidan, el cual compartía el mismo pensamiento que la amiga de su madre.

- ¡Bueno, Aidan y yo tenemos que irnos, tenemos algo pendiente, nos vemos!

Antes de retirarse por completo, Aidan se acercó un poco a la madre de _____, tomando su mano con delicadeza y sobre todo con respeto.

- Señora, muchas gracias por confiar en nosotros, le aseguro que su hija se sentirá protegida estando conmigo, siempre.

La mayor sonrió. - No hay nada que tengas que agradecer, al contrario, estoy en deuda con ustedes.

Retirándose está vez por completo, ______ se quedó parada en la puerta un buen rato, con el corazón latiendo a mil por hora, había notado algo, algo que de alguna forma hizo sentir calidez en su corazón.

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Nueva vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora