Nueva vida

𝐅𝐫𝐞𝐧𝐭𝐞 𝐚𝐥 𝐥𝐚𝐠𝐨

﹏﹏﹏﹏﹏﹏﹏;;📍 Fʀᴇɴᴛᴇ ᴀʟ ʟᴀɢᴏ

Una vez más frente aquel panorama.

Aquel inmenso puente, en donde debajo, la corriente de agua se llevaba consigo todo a su paso, incluso los recuerdos.

— Definitivamente, este es lugar.

Dijo Aidan apenas poniendo un pie sobre aquella plataforma de madera que conducía a una de las vistas más preciosas que sus ojos hayan visto.

Definitivamente, ese era el lugar, ese era el lugar en donde todo había comenzado. A pesar de haber pasado ya miles de años, aquel puente lucía intacto, quizás las construcciones a su alrededor ya no lucían para nada idénticas a sus recuerdos de su primera vida, pero aquel puente seguía ahí, intacto, igual al inicio de un gran bucle.

_______ caminó por detrás de Aidan, examinando a paso lento cada centímetro de su recorrido, hasta llegar a aquel cierto punto en donde Daphne, la mujer que los maldijo, se había quitado la vida.

Acarició con delicadeza la madera del puente, acercándose un poco más para observar el agua por debajo de ellos, dió un largo suspiro y dirigió toda su atención a Aidan, quien mantenía una mirada llena de total tranquilidad.

— ¿También lo sientes? – preguntó mirando al chico, el aire acariciaba sus rostros, de alguna forma, ambos sentían cierta tranquilidad en aquel sitio.

— Este lugar, no se como describirlo, pero mi alma siente una gran conexión con este sitio. – respondió Aidan, su chica asintió con un movimiento de cabeza, tan sólo para regresar su vista al agua.

"En ese lugar, deben orar por ella, pedir perdón y arrepentimiento, aunque no tengan la culpa. Si ella les da su perdón aparecerá en su subconsciente y eliminará la maldición que los persigue, incluso si ella se arrepiente de lo que les hizo también puede descansar en paz"

Princesa Daphne, de Francia. Dentro de la historia real, muchos creían que era una de las historias más trágicas de todos los tiempos, claro, por detrás de la historia del príncipe Aidan y su amada.

Daphne, amaba con todo su corazón a su esposo el príncipe Aidan, tanto que al momento de descubrir su infidelidad con aquella plebeya, decidió arrebatarse la vida.

Una trágica historia de amor no correspondido.

Aidan Gallagher, obligado a contraer matrimonio a pesar de haber encontrado el amor en una plebeya. Huyendo así del castillo después de la muerte de la princesa Daphne, encontrado y castigado con la ejecución de su amada.

Una trágica historia de amor correspondido, pero arrebatado.

Muchos fieles amantes de la historia sólo conocían aquellas dos versiones, pero no tenían idea de la existencia de que aquella historia, contaba con más desarrollo del que nunca se habló, después de aquel supuesto final.

"Mi alma está siempre contigo" Una frase que recorrió siglos y siglos, reencarnaciones tras reencarnaciones, en donde una maldición se interponía entre la felicidad de aquellas dos almas gemelas.

Aidan tomó la mano de su amada, haciéndola salir de sus pensamientos. Le ofreció una cálida sonrisa antes de mirar al frente y cerrar los ojos.

— Todo estará bien.

No hicieron falta más palabras para tranquilizar aquella gran angustia que sentía ________ en su pecho. Asintió con la cabeza para si misma, miró al frente y cerró los ojos, sin soltar en ni un sólo segundo la mano de su alma gemela.

Ambos comenzaron a hablar dentro de su subconsciente, sin abrir los ojos, sin dejar de tomarse las manos.

— Lo siento, Daphne, si pudiera haber decidido tomar una decisión, sin duda sería no haber nacido dentro de la realeza, tener una vida normal junto a ______, pero desgraciadamente nací en unas circunstancias en las cuales pasaron cosas de las cuales habría decidido que jamás pasaran. Daphne, estoy totalmente arrepentido de haberte traicionado de aquella forma, quizás si hubiera aclarado las cosas contigo y no te hubiera mentido para mantener todo en orden dentro del castillo, no habría sucedido nada de esto. Día a día lamento haber herido a un corazón como el tuyo, el corazón de una mujer. Aún así, aún después de todo esto, agradezco el hecho de haber conocido a ________, no importan las circunstancias, las vidas, ni las maldiciones, sólo el hecho de haber encontrado a mi alma gemela. Espero puedas entender que jamás fue mi intención el lastimarte, todo lo hice por amor. ¿Puedes verlo desde dónde estás? ¿No creer que merecemos descansar?

— Daphne, lo lamento tanto, lamento el haberme enamorado del mismo hombre que tú, aunque, de eso no es de lo que me siento arrepentida, si no de como ocurrieron las cosas. Éramos dos tontos enamorados, de clases totalmente distintas, los cuales no supieron llevar las cosas de manera correcta. Si pudiera regresar el tiempo, le habría pedido a Aidan que hablase contigo sobre lo nuestro, una charla seria, pero no, fui egoísta y permití una traición. Espero puedas perdonarnos, y en donde sea que estés puedas sentir el gran amor que existe entre nosotros, que, a pesar de todo, es tan fuerte que sigue a día de hoy. No permitas llenar tu corazón de odio, de egoísmo como alguna vez yo lo hice, permite que los demás puedan amar, ¿No creer que después de todo este tiempo nos merecemos un final feliz?

Dentro del subconsciente de ambos podía verse una silueta un poco borrosa de lo que parecía ser una mujer. Ambos aferraron fuertemente sus manos entrelazadas, sin abrir los ojos. Como un susurro, escucharon a la vez una voz femenina, bastante tranquila.

"Todo este tiempo los he estado observando, me llenaba de tristeza el hecho de que, yo no era el alma gemela destinada de Aidan. Aún así, seguía observándolos, ya no pensaba en si yo podía descansar o no, sólo quería observar aquello que yo jamás tuve. Jamás les retiré la maldición porque mi corazón estaba lleno de egoísmo, pero ahora, recordando todo lo que los vi pasar por mi culpa, ustedes no deben pedirme perdón, si no al contrario.

Lo siento, es hora de que descansen de mí, es hora de que piense en ustedes, en su felicidad.

De que piense en mí, en como me lastima el verlos amándose mientras yo creo falsos escenarios, imaginándome día con día lo que pudo haber pasado, lo que jamás tuve ni tendré me lastima."

— Me hiciste pasar las peores situaciones posibles, pero aún así, mi madre me enseñó a no vivir con rencor. Libéranos, sólo así podremos vivir en paz, y quizás tú puedas renacer, una vida en la cual expiadas tus pecados. – exclamó ______ dentro de su subconsciente.

De pronto, ambos sintieron una leve caricia en sus mejillas, para tan sólo unos segundos después, sentir sus cuerpos totalmente ligeros, un peso se había ido de encima.

La maldición ya no existía.

Ninguna maldición estaba interpuesta.

Sólo ellos, aquellas dos almas listas para un nuevo comienzo.

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