𝐃𝐞 𝐭𝐮 𝐦𝐚𝐧𝐨

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﹏﹏﹏﹏﹏﹏﹏;;📍Dᴇ ᴛᴜ ᴍᴀɴᴏ

Viernes 18 de enero

El día se veía bastante bello, el cielo tenía un tono de azul precioso, algunas nubes con formas peculiares, una leve ventolina que se llevaba consigo algunas hojas congeladas que se habían desprendido de los árboles, e incluso algunos copos de nieve cayendo de las alturas.

Finalmente había llegado el gran día, dos almas gemelas darían su primer paso.

— ¿Qué tal me veo? – preguntó la madre de ______ saliendo de su habitación, con el vestido rojo que habían comprado anoche, unos tacones negros con una pequeña plataforma, unos pendientes dorados sobre los lóbulos de sus orejas, y el cabello todavía desordenado.

Su hija la miró estupefacta durante varios segundos, mirándola sin poder creer que la que estaba frente a ella era su madre.

— ¡Te ves divina! – dijo, con una sonrisa de oreja a oreja, con los ojos sumamente abiertos. — Ahora lo siguiente. – tomó la mano de la mayor, hasta llevarla a su habitación, en donde de un cajón sacó un estuche de maquillaje, y una plancha para el cabello. — Esto será la cereza del pastel. – sonrió, haciendo también sonreír a su madre.

— De verdad te agradezco esto cariño. – sentía la brocha sobre su párpado, aplicando sobre el sombras en tonos claros. — Estoy vieja para estas cosas, y aún así estás aquí conmigo, no sé cómo agradecértelo. – murmuró, cerrando ambos ojos para poder dejar aplicar bien las sombras.

— ¿Qué dices? – detuvo el movimiento de su mano sobre el ojo de su madre, para después mirarla y sonreír. — Para el amor no hay edad, es una frase que suelo escuchar, muchos la suelen malinterpretan, sin embargo, creo que este es el verdadero significado. – tomó un delineador negro y comenzó a aplicarlo. — Nunca es tarde para amar, o para darse la oportunidad de hacerlo.

Aunque a la mayor se le dificultara aceptarlo, sin duda sabía que su querida hija lo entendía todo, sabía que ella podía notar el interés amoroso que ella tenía por Roxanne, y aunque ella misma pensara que estaba vieja para eso, sin duda no podía hacer caso omiso a sus sentimientos, ni siquiera al tratarse de una mujer de su mismo sexo.

El maquillaje continuó hasta finalmente terminarlo, al igual que el peinado.

Sin duda se veía espectacular, tanto el labial como el color de las sombras sobre sus ojos resaltaban sus bellas facciones, el cabello ondulado le lucía fascinante, y sin duda aquel vestido le quedaba mejor que ningún otro.

— No olvides tu abrigo, afuera hace frío.

De pronto, el sonido del timbre de la casa se hizo escuchar, haciendo emocionar a ambas, corriendo hacia la puerta, una vez abriéndola dejando ver el rostro de Roxanne, tan emocionada como las dos, tan hermosa como siempre.

En seguida el brillo en sus ojos se hizo notar al observar a la que sería su cita el día de hoy, el sol se ocultaba, detrás de ella podía notarse un hermoso crepúsculo, digno de ser fotografiado, o en su caso, pintado.

— Te ves fabulosa. – Roxanne sonrió, tomando la mano de su cita.

— Lo mismo digo. – respondió, con un leve sonrojo en sus mejillas, un tanto avergonzada.

— Bien, espero les vaya increíble, las dejo solas. – sonrió, cerrando la puerta rápidamente, dejando fuera a ambas mujeres.

La ligera brisa del aire fresco movía consigo el cabello de ambas mujeres, las cuáles observaban la nieve caer, el atardecer sobre sus narices, siendo reflejado en su mirar.

Ambas caminaron hasta el dichoso restaurante del cuál se hablaba mucho últimamente. Decidieron ir a pie, para observar el panorama y conversar un poco durante el recorrido.

Roxanne se detuvo, se hincó y con ambas manos formó una pequeña bola de nieve, la cuál tomó y se la lanzó a su compañía en el rostro, dejando en su rostro algo de nieve.

Ambas se rieron a la par.

— Ya verás. – dijo retirando la nieve sobre sus pestañas, se agachó y de igual forma tomó una bola de nieve del suelo, lanzándosela del mismo modo, riendo a carcajadas al observar el gesto en su rostro.

Roxanne tomó la mano de la madre de ______, ella inmediatamente abrió sus ojos a más no poder, sus mejillas se tornaron un poco más rosadas de lo que el frío ya conseguía, sus pies se movían por si solos, siguiendo la caminata de Roxanne, la cuál caminaba con bastante entusiasmo, incluso parecía ir dando pequeños saltitos a medida que tocaba la nieve con los zapatos, dejando las huellas de sus pisadas.

— Ya casi llegamos, Eleven Madison Park, uno de los mejores restaurantes de Nueva York, en mi opinión, el mejor. – dijo girando su rostro hacia su acompañante, quién seguía sujetada de su mano, le ofreció un sonrisa gentil.

— ¡¿E-Eleven Madison Park?! – paró en seco, aquel restaurante sin duda era bastante caro y prestigioso, algo a lo que ella no estaba acostumbrada. — Amm... ¿Yo...

Roxanne acarició la muñeca de su cita, sonriéndole con amabilidad, calmándola un poco. — Te traje aquí porque quiero que conozcas mi restaurante favorito, no quiero impresionarte con restaurantes lujosos, podría incluso divertirme contigo únicamente jugando con la nieve, pero hoy decidí traerte aquí, ¿Me concederías el favor de acceder? Sólo quiero pasar un buen rato contigo.

La madre de _______ agachó el rostro durante unos segundos, recordando la conversación que había tenido la noche anterior con su hija. Era cierto, Roxanne estaba siendo demasiado amable, si la invito era por algo, el invertir su dinero en ella no tendría porque ser un problema.

Nuevamente levantó el rostro y la miró a los ojos, sonrió sutilmente y volvió a aferrarse a la mano de la contraria.

— Vayamos entonces. – murmuró apenada, pero ésta vez un poco más decidida, volvió a caminar hacia donde se dirigían inicialmente.

Roxanne asintió con una sonrisa en su rostro, volvió a emprender camino a dicho restaurante, el cuál ya no se encontraba bastante lejos, durante el trayecto observaban algunas decoraciones navideñas que aún seguían por las calles, el viento se había tranquilizado un poco, la nieve había parado, las estrellas en el cielo se veían preciosas.

Sin duda sería un gran día para las dos.

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