𝐋𝐢𝐛𝐞𝐫𝐭𝐚𝐝

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﹏﹏﹏﹏﹏﹏﹏;;📍 Lɪʙᴇʀᴛᴀᴅ

Pequeños pasos sobre un gran campo de flores, cada ráfaga de viento arrastraba consigo diminutos pétalos cual leves plumas.

Aquellos suspiros, latidos, sonrisas, e incluso la misma existencia de los lazos entre aquellas dos almas en amorío, todo se sentía tan ligero, tan renovado, tan nuevo.

Por fin aquellas dos almas eran libres.

Nada podía separar aquel entrelace, ambos se encontraban fuertemente aferrados, dando pequeñas caricias en la mano del contrario.

Calidez, contacto humano, no eran necesarias las palabras, esa hermosa sonrisa podía expresarse por si sola, cientos de emociones sin tener que hacer uso de la voz, caricias llenas de amor.

— Es precioso. – exclamó la chica, sin quitar el ojo de aquel bello panorama, era imposible contar cuantos tipos de flores habían en aquel lugar.

Roxanne les había dado un buen lugar en donde alojarse, Inglaterra era un lugar totalmente desconocido para aquellos dos jóvenes, pero en cambio, aquellas dos almas viejas se sentían como en casa, el comienzo de su larga historia de amor había comenzado justo en aquellas tierras, todo se sentía tan irreal.

— Lo es. – respondió Aidan. — Lastima que este no sea un campo de girasoles. – dijo acercándose un poco más a ella, colocando la palma de su mano en uno de sus hombros.

— ¿Estás bromeando? No importa que no sea uno de girasoles, cualquier panorama es hermoso si lo veo junto a ti.

Las mejillas del ojiverde se tornaron de un color un tanto rosado, giró avergonzado su cabeza al costado, sonriendo sutilmente para él mismo, su corazón latía tan rápido que incluso podía oírlo.

_______ tomó las mejillas del chico con ambas manos, obligándolo a mirar hacia su dirección, ambos sonrieron, el viento jugaba un poco con el cabello de ambos.

De pronto, las gotas de lluvia hicieron su aparición, el cielo se tornó un tanto nublado, mojando así por completo a los dos jóvenes.

Aidan tomó la mano de ______ y se echó a correr en dirección a la cabaña, ya era imposible la idea de no mojarse, fue cuestión de segundos cuando ya toda su ropa se encontraba totalmente empapada.

La chica se resbaló con el lodo que había provocado la lluvia, el chico de ojos verdes se echó a reír, para tan sólo segundos después, también a dar al suelo.

— ¡JAJAJA, Idiota! – rió con fuerza al verlo en el suelo, a su lado.

— El karma vino por mí, no se tardó ni sólo un segundo. – dijo riendo, rápidamente se puso de pie, hizo a un lado el cabello mojado que cubría sus ojos y retiró el lodo de la ropa, afortunadamente no se habían ensuciado tanto, más que la ropa mojada en su totalidad.

Ambos se pusieron de pie, y tras reír como locos, se miraron en silencio por unos segundos, sonriendo.

— Sabes, siempre te quise besar bajo la lluvia, es algo un poco cliché, ¿Serías capaz de cumplir aquella petición? – preguntó mirándola fijamente, Aidan era el único en lograr que aquellas mejillas se tornaran rosadas, eso lo volvía completamente loco.

— Sabes, uno de mis gustos culposos son los clichés de telenovela. ¿Puedes creerlo?

Aidan se acercó, dejando apenas unos cuantos centímetros de distancia entre los labios de la chica y los suyos.

— Haré realidad todos aquellos gustos culposos de telenovela.

No hicieron falta más palabras, el chico de ojos verdes unió sus labios a los de la chica, colocando su mano derecha alrededor de su cuello, intensificando así aquel beso.

Tras ciertos segundos de amor, ambos se separaron un tanto agitados por la falta de aire, rieron, Aidan colocó su mano sobre la mejilla de _______, para después tirarse al césped, en donde dejaba que las gotas de lluvia golpearan directamente su rostro, ______ hizo lo mismo, acostándose a un lado de su amado.

— Aidan.

Ante el llamado, Aidan giró su rostro en dirección al de ella, a su costado, prestando total atención a lo que tenía por decir.

— No tienes idea de lo importante que eres para mí, de lo mucho que mi alma adora tu existencia, de lo cálido que te siento.

Aidan tomó una larga bocanada de aire antes de sonreír, ella era la única chica que podía llegar a ponerlo nervioso.

— Creo que tengo una idea de aquello, porque es totalmente recíproco a lo que yo siento.

_______ no respondió, sonrió genuinamente, se apoyó un poco sobre su brazo y se impulsó para ponerse de pie, se quedó un rato observando como las gotas de lluvia empapaban en su totalidad al chico.

Aidan era un chico angelical, la energía que su alma emanaba era simplemente encantadora, pureza, completa pureza, incluso sin ser capaz de sentir energías, cualquier ser humano que conociese al chico podría confirmar la calidad que se sentía al convivir con el chico de ojos verdes, la paz con la que transmitía a cada corazón.

_______ extendió su mano al chico. — Vamos a la cabaña, ¿Te parece?

Aidan asintió con la cabeza, sonriendo. Tomó la mano de su amada y tomó cierto impulso para ponerse de pie. Sin soltar la mano de su chica, ambos caminaron por el inmenso campo de flores, con tranquilidad, ya la lluvia no importa, sólo ellos dos.

Ambos llegaron a la cabaña, intentaron secarse un poco antes de entrar, dejaron sus zapatos afuera y después de exprimir un poco sus prendas, entraron.

El calor hogareño, la fogata seguía encendida. Aidan corrió hasta el cuarto de baño y trajo dos toallas, con una envolvió el cuerpo de la chica.

— No quiero que te resfríes. – dijo con seriedad, para después envolverse a si mismo con la otra toalla.

Con la mirada examinó la cabaña, cerca de la sala de estar había un piano, estaba ya algo empolvado por el tiempo en que estaba sin usarse, con lentitud se acercó a el y se sentó sobre el pequeño sillón, con la mano le indicó a _______ que se acercara, señaló con si dedo índice a un sofá que se encontraba justo delante.

— Quiero tocar el piano para ti.

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Nueva vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora