𝐀𝐥𝐦𝐚 𝐲 𝐜𝐨𝐫𝐚𝐳𝐨́𝐧

987 144 69
                                    

﹏﹏﹏﹏﹏﹏﹏;;📍 Aʟᴍᴀ ʏ ᴄᴏʀᴀᴢᴏ́ɴ

Inmersa en el color dorado del salón, en sus oídos podía escucharse a lo lejos el sonido de diversos instrumentos, extraño, ya que provenían del mismo lugar en donde se encontraba.

Estática, con el brillo más resplandor que había mostrado el ser humano. Sintió el tacto delicado de una mano sobre su hombro, después de unos cuántos segundos giró su rostro, aquellos ojos verdes la miraban con cariño.

— ¿En qué piensas? – le preguntó posicionándose a su lado, intentando encontrar que era lo que estaba mirando.

Frente a ellos, podía visualizarse un arco enorme de flores en tonos cálidos enredadas en series de luces doradas, detrás de el, un largo camino de pétalos hacia el salón de bodas.

Ella, sin dejar de mirar hacia enfrente, con una leve sonrisa sutil y el brillo de las luces reflejadas en sus ojos musitó. — Cumpliste tu promesa.

Él la miró, vestida de blanco, preciosa, a su lado. Sabía de lo que hablaba su amada, pero aún así, decidió preguntar. — ¿Qué promesa? – preguntó acariciando con su otra mano el anillo de su dedo, con un tacto delicado.

— Dijiste que nos casaríamos en nuestra siguiente vida, lo estás cumpliendo. – musitó para sí misma, pero perfectamente audible para el chico.

Aidan tomó la suave mano de la chica y entrelazó sus dedos a los de ella, para comenzar a caminar por el largo camino de pétalos de girasoles, hasta llegar al salón de bodas, decorado con las flores más preciosas de la ciudad, cientos de luces en tonos cálidos y fríos, mesas con manteles blancos y elegantes, una cabina de fotos espectacular, una pista de baile enorme así como los músicos tocando música clásica y elegante, detrás de ellos se encontraba un jardín gigantesco y precioso.

A medida que avanzaba la noche, tanto los invitados como los novios se encontraban sumamente extasiados de felicidad, riendo, llorando, bailando, todo lucía espectacular.

Mejor de lo que llegaron a soñar alguna vez, en alguna vida.

Ambos se encontraban bailando, Aidan tomando la cintura de _______, de pronto, comenzó a reírse entre dientes.

— ¿Qué es tan gracioso? ¿Tan mal bailó? – lo miró con una mirada retadora, riendo un poco después de la pregunta.

— No, no es eso, bailas espectacular, estoy feliz, simplemente eso. – sonrió.

— ¿Feliz...? Eso me alegra.

— Tú eres la razón por la que soy feliz.

Las mejillas de _______ se tornaron de un color rojo intenso.

— Años saliendo y sigo teniendo la habilidad de hacerte sonrojar. – río.

— Créeme que jamás perderás esa habilidad.

Aidan tomó la mano de la chica y caminó en dirección al inmenso jardín del salón. Finalmente se detuvo, alejados del ambiente de la fiesta, frente a unos arbustos cubiertos por series de luces.

— Te tengo un pequeño detalle.

— ¿Un detalle? No es necesario.

— Es algo pequeño, pero quizás significativo para ti.

Eso llamó un poco la atención de _____, miró al chico con una genuina sonrisa y asintió. — ¿Qué cosa? – preguntó con curiosidad.

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