Parte 4

4.4K 516 51
                                    

Tus ojos se abrieron lentamente, intentando despejar el intenso dolor de cabeza que crecía más y más en tu interior

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Tus ojos se abrieron lentamente, intentando despejar el intenso dolor de cabeza que crecía más y más en tu interior.

Te incorporaste con lentitud sobre la cama, y adolorida llevaste una de tus manos a tu frente.

"¿Que sucedió?", te preguntaste internamente, a lo que la serie de sucesos se reprodujeron cómo una mala broma en tu cabeza.

El recuerdo de estar esperando a tu padre en la sala, luego despertando con todo totalmente apagado y oscuro, y al final, siendo apresada por un par de brazos robustos que te dejaron totalmente noqueada.

Tu mente se activó al instante, observando la estancia desconocida a tu alrededor. La habitación en la que te encontrabas no era grande, pero lo parecía por lo vacía que se encontraba. Sólo había una cama, en la cual estabas sentada, y una pequeña estantería, en dónde había ropa masculina e implementos de limpieza se encontraban.

Te levantaste a paso lento y cuidadoso, caminando hasta la puerta de la habitación.

Revisaste tu vestimenta, cerciorándote de que todo estuviera tal y como lo recordabas. En efecto, estabas intacta, únicamente descalza, debido a que te habían raptado de tu propia casa.

Abriste con lentitud la puerta, y una fría correntada de aire te removió un poco el cabello. Aún estaba oscuro, posiblemente seria alguna hora usual de la madrugada, y quizás a ello se debía el inmenso frío en el ambiente.

Saliste de lleno, y lentamente comenzaste a caminar por el interior de lo que parecía una casa, totalmente diferente a la tuya. Era bastante reducida, y poco lujosa, pero parecía estar limpia.

Un par de ruidos se escucharon desde un tipo de cuarto junto a lo que parecía ser la cocina. Caminaste hasta la puerta, y antes de que pudieras tomar el llavín para abrirle, alguien más lo hizo, topándose contigo.

Era un hombre alto, corpulento, vestido únicamente con una camisa azul marino y unos pantalones grisáceos crema. Su mirada parecía cansada, y sus expresiones eran bastante reducidas e impasibles.

—¿Quién eres? —preguntaste, mirando de reojo cualquier cosa que pudiera servirte para golpearle y huir.

El tipo de cabello rubio cenizo siguió impasible, rozando la expresión clara del aburrimiento.

—Alguien que te mantendrá aquí por los próximos dos meses.

—¿Dos meses? —jadeaste, totalmente nerviosa—. No tengo dos meses para gastar de esta forma, necesito regresar con mi padre y mi hermana.

—¿Hermana? El jefe no menciono otra chica —susurro para sí mismo, desviando un poco la mirada. Sus ojos negruzcos volvieron a ti, tornándose aburridos nuevamente—. Lo siento, gajes del oficio.

Retrocediste aún más cuándo le viste moverse, maldiciendo internamente por no encontrar nada que pudiera ayudarte a defenderte del hombre frente a ti.

Bajo tu Piel | Nanami Kento | ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora