Parte 51

1.1K 163 14
                                    



La huída comienza. 


El salón de recepción es extenso, la noche lleva una hora más o menos de haber caído, y la gente parece tomarse eso como hora de bailar y beber. Satoru no se ha despegado de ti, lo cuál te preocupar en caso de que el plan comience.

Las palabras de Nanami ten dan vuelta en la cabeza, pero las apartas rápidamente. Si todo esto sale bien, ya tendrás suficiente tiempo para pensarlas y recordarlas por siempre.

Los dos ascensores de la planta se abren de vez en cuándo para traer gente nueva que no conoces. Algunos tienen toda la pinta de ser parte de las élites, y otros simplemente son soldados, vestidos de forma elegante, bebiendo con moderación y bromeando entre ellos.

La mesa de ustedes, conformada únicamente por Satoru y por ti, tiene una cantidad estúpida de licores que en la vida has probado. Satoru bebe de uno y luego de otro, tanto que comienzas a marearte sin siquiera haber bebido nada.

—¿No tomas? —te pregunta con una mueca, luego de darle un gran trago a algunas de las muchas bebidas. 

—No.

—Pues será mejor que lo hagas, para la noche.

—¿Me obligarás?

Su mandíbula se tensa mientras le da un trago a su copa, sin responderte. Luce cansado, y el alcohol ha hecho que sus ojos se pongan levemente rojos. No ha estado de especial buen humor durante el día, pero luego de ver a Nanami ha estado peor. No ha comentado nada al respecto, y lo prefieres así, sinceramente.

Uno de los camareros se acerca hasta la mesa, y ante la atenta mirada fría de Satoru, con manos temblorosas decide colocar una bebida gaseosa sobre la misma. Tan humilde y fuera de lugar junto a todas esas botellas de vino, champagne y whiskys fuertes que decoran el centro. La ceja blanquecina de Satoru se enarca, mirándolo con evidente desagrado.

—¿Y eso? ¿Desde cuándo servimos gaseosas?

El chico estaba prácticamente temblando, tartamudeando en un intento de buscar una respuesta hasta que tú abres la boca.

—Yo la pedí, no quiero tomar licor hoy, así que pedí a las organizadoras algunas gaseosas —tu mirada recae en el muchacho, sonriendole suavemente, y luego a un gesto seco sobre Satoru. El peliblanco te mira con evidente desaprobación, pero no dice nada, volviendo su mirada en otra dirección. No pasa mucho tiempo para que haga intento de levantarse, siendo llamado por alguien al otro lado de la recepción. Tu corazón se acelera cuándo ese alguien no es nadie más y nadie menos que el mismo Suguru. Sus ojos rasgados y oscuros parecen mirarte con una sonrisa astuta, audaz, como si muy dentro de sí te dijera; Corre, esta es la señal.

Satoru toma tu mano para besarla y disculparse, y a pesar de que puede interpretarse como un gesto dulce de su parte, en realidad es forzado y seco. Esperas a que sus pasos sean distantes de la mesa, y es entonces dónde te levantas, dirigiéndote a paso rápido hasta alguno de los dos ascensores.

Miras en todas las direcciones, buscando algún rastro de Lilly y Aria, pero no ves a ninguna de las dos, así que supones que ya estarán en sus lugares asignados, a pesar de que el trato no parecía incluir a Aria, pero mantienes la esperanza de que Nanami le haya dicho a Suguru que ella también venía al ser tu protegida.

El ascensor va vacío, así que no dudas en presionar el botón que baja hasta el parqueo, cerrando las puertas del mismo y poniéndose en marcha. Tan pronto las puertas se cierran, el sonido de un disparo te hace abrir los ojos en grande, presa del temor que parece haber surgido de un pronto a otro.

La preocupación comienza a consumirte, y lo sigue haciendo aún cuando las puertas del ascensor se abren, liberándote en la soledad del parqueo. Un hombre bien vestido, de mirada oscura y rasgada, se acercó hacía ti con paso acelerado, ofreciéndote la mano. —No tenemos mucho tiempo, así que sólo puedo pedirte que confíes en mí, aunque sea difícil. Soy compañero de Suguru en esto, trabajo para tu abuelo, y ahora iremos hasta los límites de la cuidad dónde te espera un avión a ti y a tus hermanas.

El que dijera "tus hermanas" en plural, te hizo respirar un poco mejor, porque Aria iba en esa implicación. Asentiste agitada, tomando su mano y siguiéndole, hasta que el sonido de un disparo rozándote el oído te perturbó, impactando contra el hombro del varón frente a ti.

El movimiento del hombre fue rápido, disparando rápidamente a quién le había disparado primero. Volviste tus ojos hacía atrás, observando el cabello blanco del Sr. Gojo totalmente desordenado, recostado sobre el suelo, apenas luchando por su vida con una enorme mancha de sangre en su pecho. En esa zona, era una muerte segura.

Lo miraste expectante, siendo consciente de que debían de irse, no había tiempo que perder, pero su voz te detuvo. —Eres igual que ella...

Ella... Tu madre. —No me quedaré solucionando algo que yo no alteré.

—La historia vuelve a repetirse, lo sabes.

—No, la historia se termina acá, los yakuzas no le debemos nada a la Nadretta, nunca les hemos debido nada.

Sentiste la mano del hombre que te acompañaba jalarte hacía el auto que debían subir. Le dedicaste una última mirada a viejo, y sin tardarse más el auto se puso en marcha, dejando atrás aquel hotel.

La carretera oscura era apenas iluminada por las farolas junto a la calle, y las aguas oscuras de la costa parecían saber lo que sucedería. Aquella sería la noche más oscura de la mafia, para ambas organizaciones. 









Lo sé, es un capítulo demasiado corto, pero la historia empieza a dividirse por partes, así que aquí es dónde considere mejor cortar con la narración. Voy como dividiendo cada sucedo, así que ni modo, así toco. Por otro lado, es evidente que el final esta muy cerca, ya tengo varios capítulos hechos, sólo falta editarlos. Voy a intentar sacar la historia en su totalidad este fin de semana, pues oficialmente ya inicié semestre, y siento que no es justo seguir arrastrando la historia un buen tiempo más. He pensado muy bien el final que le voy a dar, y creo que es momento de crearlo y darle forma. 

Estoy bastante ilusionada por finalizar este proyecto, y por todo lo que ha significado para mí, gracias a la presencia de ustedes y el apoyo. Me han hecho muy feliz, así que merecen lo mejor. Nos vemos pronto, les quiero muchísimo. 

Bajo tu Piel | Nanami Kento | ©Where stories live. Discover now