Parte 25

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Tus sentidos comenzaron a despertarse cuándo sentiste un toque frío sobre tus mejillas y nariz. Tus ojos se abrieron, y para cuándo lograste estar totalmente consciente, la imagen de Lilly te golpeo hasta hacerte fruncir el ceño en confusión.

¿Era una ensoñación?

—¿Lilly?

La pequeña sonrió y se lanzo sobre tus brazos. Tus mirada fue hacia Nanami, quien las miraba desde la puerta con salida al porsche, con los brazos cruzados y la mirada... ¿Compasiva?

Tus sentidos cobraron vida, y no dudaste en rodear con tus brazos a tu hermana. Contuviste las lágrimas lo más posible, pero fue difícil debido a la tranquilidad que se expandió en tu interior al tener a Lilly contigo. Te sentías feliz y preocupada, principalmente porque tendrías que idear un plan para mantener a Lilly completamente a salvo a tu lado.

—¿Dónde estuviste? ¿Dónde esta papá? —preguntaste alzando su pequeña carita.

Los ojos marrones de la pequeña estaban cristalizados. —No lo sé, un día simplemente tú y él no estaban. Estuve con el señor Gojo, en su casa.

El temor floreció al escuchar la mención del Capo de la Nadretta. —Lilly, él... ¿Él te hizo algo...?

La pequeña frunció el ceño, sin entender realmente a donde iba tu pregunta. Tus ojos fueron hacía los de Nanami, y este negó sutilmente con la cabeza mientras desviaba la mirada.

Aquello te hizo soltar un suspiro de alivio. Nadie había dañado a Lilly.

Volviste a abrazarla a ti, y la apretaste fuertemente contra tu pecho. —Me alegra tenerte conmigo, te extrañe demasiado.

—Yo también te extrañe.

Tomaste sobre tu regazo a tu hermana, y esta se pego a ti para recibir tu calor y tu familiaridad. 

Los suaves pasos de la otra niña avisaron que venía para unirse a la estancia. Tenía el cabello húmedo y una vestimenta adaptada para su edad. Parecía que venía de tomar un baño recientemente.

Los ojos marrones de Lilly enfocaron a la otra niña como si fuese toda una atracción. —¿Quién es ella? —pregunto reincorporándose, mirándote confundida.

—Ella es... —en realidad no sabías que responderle, porque la niña se había negado a decir su nombre, inclusive a mantener una conversación. No sabias nada de ella, ni su edad o donde había vivido antes de caer en aquel horrible barrio. 

—Soy Aria.

Nanami y tú la miraron con sorpresa. Lilly se bajó de tu regazo y camino hacía ella para entregarle uno de sus carritos.

—Aria, ¿quieres jugar conmigo?

La niña más grande se quedó con el pequeño juguete, totalmente de piedra, sin saber cómo reaccionar. La misma miro a Nanami, y este asintió sutilmente con una expresión pacífica y confundida.

Bajo tu Piel | Nanami Kento | ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora