Parte 47

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Un zorro, astuto y cruel.

Silencio. Profundo y tortuoso. Como un camino lleno de espinas sin fin, sin rosas, y con todo a su alrededor marchito. Las personas a ambos lados de la larga alfombra que ocupaba las sillas, no decían nada, solo te miraban frívolamente, quietos como estatuas tétricas que en cualquier momento brincarían sobre ti para asfixiarte.

Al final de la alfombra, en el frente, bajo los pies amaderados de una figura religiosa y torturada, esperaba impacientemente un novio vestido de negro, con el cabello tal y como la nieve, y los ojos azulados brillándole como zafiros al fuego.

Tus manos temblaron y a medio camino tus pies se detuvieron. Giraste con toda la rapidez posible, intentado huir del claro futuro que te esperaba, y atrás, en la justa entrada de aquel impoluto y tétrico templo, se encontraba Nanami, con un arma entre sus manos, y una creciente mancha carmesí tiñéndole la camisa blanca que cubría su torso.

El terror surco tus facciones, pero la humedad en tu vientre distrajo tu atención, atrayendo tu mirada a aquella zona de tu cuerpo; sangre.

—Oye, oye, despierta.

De un sobresalto abriste los ojos. La mirada cálida de Olive te recibió con cierta preocupación, sosteniendo tus hombros. ¿En que momento te habías quedado dormida?

Carraspeaste incómoda, ordenando tu cabello en un gesto de nerviosismo.

—¿Dormí mucho?

—Unos treinta minutos, tal vez.

No era posible que hubieses tenido un sueño tan horrible en tan poco tiempo. Se había sentido tan real, y la mirada en los ojos de Nanami había sido tan... Sincera.

En dos días te casarías, un domingo a las ocho de la mañana, en una iglesia católica como lo expresa la tradición religiosa de la Nadretta. Es algo gracioso, ya que ni siquiera eres católica, pero después de todo no es como que tengas otra opción.

Hace un poco menos de una semana que fue la despedida de solteros, la celebración estúpida que lo puso todo de cabeza, la última noche con Nanami, la extraña aparición de un infiltrado, y el exagerado arrebato de celos por parte de Satoru. Tu mente no ha dejado de ir y volver a ese día, incapaz de controlar tus pensamientos tanto que inclusive se presentan en forma de sueños.

Los preparativos de la boda están casi listos, y los planes de ello se repiten hasta el cansancio. La salida de la mansión, el lugar de ceremonia y eventualmente el salón de recepción. Es como si toda la historia ya estuviese escrita, hasta el final.

Nanami no ha vuelto a aparecer desde que le viste desaparecer aquella noche junto al otro soldado, Suguru Geto. Este último había dicho un par de cosas bastante cuestionables, y en su mayoría, bastante sospechosas, pero aquello no era lo principal, sino que lo eran sus declaratorias antes de que se fueran con el infiltrado para quién sabe dónde.

El hecho de que Nanami haga lo posible por ayudarte a ti y a Lilly, sin importar lo que pueda sucederle... Solo te hace sentir aún más culpable, a pesar de que en un inicio le odiaste a muerte.

¿Acaso estaba aliado a los yakuzas? Aquello podría salir mal, no había forma de que aquello saliese bien para ellos.

—¿Que soñabas? Pareces pensativa —soltó Olive en un susurro, mientras cuidaba de Lilly, quien coloreaba entretenida con sus crayolas y libretas de dibujos.

Negaste, inclinándote hacia el frente para tomar un poco de aire. No era algo que dirías, aunque morías por sacarlo.

—¿Crees que yo pueda encontrar la forma de sobrevivir a este hogar?

Bajo tu Piel | Nanami Kento | ©Where stories live. Discover now