Parte 23

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El sol apenas estaba naciendo por el este, en el bajo horizonte, cubriendo sutilmente la urbanización encarecida en la que habitaban.

Nanami recién estaba saliendo de la pequeña casa, recordando la silueta desnuda de la mujer que se había dormido despreocupadamente sobre su cama, después de quedarse sumida en sus propios y agonizantes pensamientos.

Soltó un suspiro cansado, pero más que cansado, molesto por no poder siquiera entender sus propias acciones.

Tomo las llaves del auto que manejaba, y pronto se vio conduciendo por la desierta carretera. La noche anterior su Capo y líder lo había llamado para algo especial; Recoger a la pequeña hermana de su secuestrada.

Nanami no había querido decirle nada porque sabía cómo reaccionaría, así que simplemente se lo guardo para sí mismo, comenzando una estúpida discusión que mucho después terminaría de forma insalubre. Una parte suya, la humana tal vez, quería despertarla por la mañana y decírselo, consolarle de alguna forma con la noticia, pero por otro lado no quería hacerle creer que podría ayudarle a recuperar a su familia, porque lo cierto era que aquel no era su trabajo.

Por otro lado, lo único que hizo fue decirle a la pequeña niña desconocida que habían salvado la noche anterior, que cuando (T/N) se despertara, le dijera que había salido a solucionar algo, que regresaría pronto. La niña no era muy expresiva, de hecho, era un poco inquietante. Era extraño que una niña pequeña pudiera resultar increíblemente escalofriante.

Manejo por una cantidad de tiempo considerable, y para cuando llego a su destino, el sol ya había salido lo suficiente por entre el horizonte para alumbrar con fuerza todo panorama.

La enorme casa de varias pisos se extendía frente a él, y el recuerdo de (T/N) a su lado yendo por la misma zona le golpeo sutilmente.

¿Por qué estaba recordándola? Generalmente pensaba en sus obligaciones con la mafia, pero quizá se debía a su reciente inactividad con los bélicos tratos de la organización.

Cuidar de una mujer atractiva, malcriada y emocional le estaba carcomiendo los sesos.

Camino hasta la enorme construcción, y se detuvo antes de tocar a la puerta.

¿Qué estaba haciendo?

No estaba teniendo un tipo de ataque de conciencia, ¿verdad?

Él no era ese tipo de hombre, tampoco se pensaba muchos las cosas, pero el pequeño hecho de tener que seguir con aquello le estaba molestando, de nuevo.

Se resigno a chocar sus pálidos y heridos nudillos contra la puerta oscura y barnizada. Apretó los labios debido a el pequeño escozor de sus superficiales cortadas, recordando fugazmente la calidez de las juveniles manos que habían tomado la suya con tanta suavidad.

Bajo tu Piel | Nanami Kento | ©Where stories live. Discover now