Parte 12

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Su hombro es duro bajo tu vientre

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Su hombro es duro bajo tu vientre.

Tus manos se aferran a su espalda para evitar caerte, principalmente porque su caminar es rápido y tosco.

Sientes miedo, pánico. Forcejear no tiene ningún resultado, y lo único que haces es enfurecerlo más.

Sus músculos están tensos bajo tu tembloroso agarre, y una vez que logras soltarle, tu cuerpo impacta contra el asiento de adelante.

Su rostro queda a escasos centímetros de ti, y mirarlo a los ojos es como encontrarte con la mirada de una terrible serpiente.

—¿Eres consciente del error que cometiste?

La libertad supo muy bien mientras pudo se saboreada.

Cierras tus ojos con decepción y temor, sintiendo como los brotes de pánico vuelven a surgir.

La puerta a tu lado se cierra de golpe.

Ya no hay un minisúper cerca, solo árboles y carretera. El imponente cuerpo masculino entra al auto, y de inmediato el aura en el ambiente cambia a una más pesada.

Ha movido el auto cerca del bosque, más exactamente, cerca de donde huías.

—¿C-como lo supiste? ¿cómo te moviste aca? —preguntas con la voz temblorosa, incorporándote en el asiento a mas no haber.

Los ojos profundos y amenazantes de Nanami te miran sin reparo, gritando todo lo que de su boca no quiere salir.

—¿Acaso olvidas que demonios soy? Nadie puede escapar de mí, te habría encontrado en el fin del mundo, inclusive.

Aprietas tus labios, y te contienes de soltar alguna otra palabra.

El camino es tosco. El auto se mueve con tanta rapidez que juras no sobrevivir.

"Es mi último día", piensas en un sollozo interno, apretando los dedos en el cuero del asiento.

La silueta de la pequeña casa se asoma ante tus ojos, y apenas el auto se detiene dentro de la valla, corres dentro del oasis seguro que significa la única estancia en la que estas mínimamente familiarizada.

Ni siquiera esperas a que Nanami abra la puerta del auto, tú sólo huyes, adentrándote a la casa y forcejeando con el cierre de la puerta para esconderte en la habitación que has habitado desde el inicio de toda esta pesadilla.

La puerta cede, y la oscuridad de la casa te recibe. Caminas entre la misma, familiarizada con la arquitectura de esta, huyendo de la bestia masculina que sigue tus pasos de cerca, casi pisándote los talones.

Solo son un par de metros más, solo un poco de pasos a dar, cuando un par de brazos fuertes rodean tu cintura, estrechándote bruscamente contra la dura pared que da al baño.

Su mano se estira, y la luz de la cocina ilumina la agresiva estancia.

No es mucha la iluminación, ya que hay algo de distancia entre las zonas, y su imponente figura bloquea directamente la luz hacia ti, pero es la suficiente para poder encontrar sus facciones justo frente a ti.

Bajo tu Piel | Nanami Kento | ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora