Parte 50

1K 150 12
                                    



Despedida. 


Las olas bajo el risco chocaban embravecidas contra las enormes y pintiagudas rocas. Caerse desde aquella altura era una muerte segura, y de no haber escuchado el plan de Suguru con anterioridad, probablemente aquellas oscuras rocas estarían decoradas con tu sangre y cuerpo desde hacía algunas horas. 

No, en realidad no... Jamás habrías tenido el valor de hacerlo, no por Lilly y Aria, inclusive por Nanami...

—¿No está siendo de su agrado la celebración?

—Esta siendo de mi agrado tanto como lo ha sido mi matrimonio —soltaste sárcasticamente ante la pregunta de Olive, a lo que ella sonrió tristemente, probablemente sabiendo más de lo que te gustaría que supiera. 

—Tal vez deberías de alejarte de ese risco —susurró, sin acercarse mucho. Le temía a las alturas, o eso parecía. Asentiste, con una expresión suave.

Te encogíste de hombros. —Lo haré pronto, regresa con las niñas, o ve a tomar algo, seguro que habrá alguien que pueda necesitarte más de lo que te necesito yo ahora. 

Olive te miró con grandes ojos temerosos, pero le sonreíste para que se tranquilazara. No tardó en marcharse, perdiendose entre la gente en el interior del hotel. 

Aria y Lilly jugaban en una plazoleta despejada junto a unas mesas dónde algunos invitados comían y bebían. Satoru estaba hablando con ellos, probablemente saludando por pura etiqueta. Etiqueta que no te correspondía a ti por no haberte criado bajo las costumbres de la mafia. 

Lilly se encontraba feliz, corriendo de un lado a otro entre carcajadas. Si las cosas no salían bien, Lilly sería bien recibida en la Nadretta. Crecería siendo de la élite, y nunca le faltaría nada como una vez te faltó a ti. El precio lo pagaría al ser una adolescente, probablemente, pero mientras fuese una niña pequeña viviría bien. El problema sería lo que pasaría con Aria, y su cero relación con la élite. Lucharías por ella también, de ser necesario.  

Tal vez en el mejor de los panoramas Nanami podría huir con ella y protegerla, pero si algo salía mal, lo más probable era que Nanami también estuviera en aprietos. 

Despejaste el sin fin de pensamientos negativos dentro de su cabeza, atraída por la imagen de Satoru inclinado junto a las niñas. Aria estaba distanciada, desconfiada, como un gato con una corazonada de que el tipo peliblanco frente a ella no podía significar nada bueno, lo cual era cierto, pero por otro lado Lilly estaba a su lado, sonriendo y diciendo alguna cosa de la que tú no tenías ni idea por la distancia.

Esa imagen te hizo sentir enferma, reforzando tu teoría. Si algo salía mal, tú serías descartada, pero aún quedaba Lilly. 

Las nauséas no tardaron en llegar, hasta que una mano sobre tu hombro desnudo llamó tu atención. —No luces muy bien justo ahora. 

La voz gruesa de Nanami fue una sorpresa, pero ingenuamente hizo que todo tu semblante cambiara de inmediato. Lucía guapo, arrebatadoramente guapo con un smoking oscuro, un pequeño moño negro que mantenía la camisa blanca perfectamente cerrada, y el cabello rubio claro perfectamente peinado hacía atrás, sin probabilidad alguna de que algún mechón rebelde lograra escaparse de su lugar perfectamente asignado.  

Y como si no fuese suficiente, llevaba puestas unas gafas oscuras de estructura gruesa.

—Quisiera decir lo mismo de ti, pero desgraciadamente no puedo —soltaste en un susurro tembloroso, sin siquiera gestionar demasiado lo que decías para que nadie puediese leer tus labios, en caso de que alguien lo estuviese intentando, aunque lo dudabas, la distancia era demasiada. Nadie podría incluso diferenciar al hombre que hablaba contigo en ese justo instante.

Bajo tu Piel | Nanami Kento | ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora