Parte 43

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Un pequeño respiro. 


Gente va y viene de un lado a otro. Ver como inician las fiestas, como los invitados se van uniendo uno a uno es algo que nunca antes presenciaste, pero que por un momento, parece no ser lo suficientemente emocionante como para alegrarte. 

Una fiesta enorme, mesas repletas de comida y copas, vestidos elegantes por doquier, y gente destilando riqueza en cada esquina... ¿Por que no te sientes bien? ¿No fue esto lo que alguna vez te habría gustado ver? ¿No es esto un sueño que jamás podrías haber tenido viviendo en la miseria que tenías antes? 

La miseria aquella no es nada comparada a la miseria adinerada de ahora, destinada a algo que ni siquiera fue producto de una decision propia. 

—Me gusta este collar —la voz de Lilly te hace agacharte hasta quedar a su altura, para mirar lo que tiene entre sus manos; un pequeño collar con un dije de sirena. 

Tu ceño se frunce en duda y desconfianza instantanea —¿De donde lo sacaste? 

—Viejito. 

Aprietas tus labios ante el regaño que lucha por salir. Incontables veces le has dicho que no le llame de esa forma, pero es solo una niña pequeña.

—Señorita, su hermana quiere ponerselo, pero yo no sé si... —la voz de Olive es tenue, casi inexistente por tu gesto molesto. 

—No veo problema en que lo haga, pero no me gusta que ninguno de ellos le obsequie este tipo de cosas —a pesar de que no te sientes agradada con la idea, no tiene sentido luchar, así que le ayudas a colocar el collar sobre su cuello infantil. 

—No podemos hacer nada contra eso.

Asientes, sin mucho deseo de seguir con el tema. —Soy consciente, Olive. 

Resignada le dedicas una sonrisa tensa a Lilly, quién te mira con sus enormes ojos brillante. El collar es muy bonito, y luce muy tierno en contraste con las hebras cobrizas de su cabello. 

Vuelves a recomponerte sobre tu altura, y las personas en la primera planta hablan animadamente, dispersos por todo el enorme salón. No quieres bajar las escaleras a un par de metros, pero tarde que temprano tendrás que hacerlo. 

—¿Quieres ir abajo conmigo? —le preguntas a Lilly, en un intento de fingir que todo es normal, una simple fiesta más, y no nada tan terriblemente asfixiante.

Lilly asiente animadamente, totalmente lejana a todo lo que sucede. Olive te dedica una sonrisa amable, y te hace saber que esta para ayudarte en lo que pueda. 

—Se ve hermosa señorita, sonría, aunque no tenga ganas de hacerlo, no les de el gusto de hacerles saber que la estan lastimando.

—Gracias Olive, lo intentaré. 

Lilly y tú se dirigen a las escaleras, dónde comienzan a descender con lentitud, y los ojos de algunos invitados comienzan a notar tu presencia, haciendo que de uno en uno vayan dirigiendo su atencion a ti y a Lilly. Te sientes avergonzada, pero no bajas la mirada, por más que todos esos ojos quemen sobre tu piel. 

Tus piernas no tiemblan, no hasta llegar al final de las escaleras y notar la mirada oscura de Nanami al fondo del salón, con un smoking negro que se aprieta en los lugares indicados, dejando en evidencia aquellos hombros anchos que se sienten duros bajo la ropa, bajo tus manos y uñas. Su rostro luce neutro, pero su mirada... Su mirada es un maldito cielo oscuro bañado en fuegos artificiales, en nebulosas que crean estrellas y fantasias que prometen más que simples deseos. 

Desvias la mirada antes de que sea bastante evidente, y te diriges hacia Negara y el Sr. Gojo, a total regañadientes. 

—Mi nuera es demasiado hermosa, no hay duda —suelta al verte, a lo que finges una sonrisa que, en evidencia, es de todo menos una sonrisa de agradecimiento. Sus ojos de diferente tonalidad se posan en Lilly, y en el collar sobre su cuello—. Veo que te gustó el collar, pequeña.

—Es muy bonito —suelta la niña mientras toma el dije entre sus pequeños dedos.

—Al menos alguien disfruta la oportunidad de un vida digna. Los niños como siempre actuando más racionalmente que los adultos. 

La risa de algunos invitados cercanos te hace doler la cabeza. Si tan solo alguno de ellos estuviese en tu posición, no se reirían tan desinteresamente. 

La musica comienza a sonar, y algunas personas se unen a la pista de baile. No hay rastro alguno de Satoru, y lo prefieres así. No tienes la energía para verle a la cara en ese preciso instante. 

Lilly juega con una pequeña muñeca sentada sobre tu regazo, hablando contigo sobre cosas que solo los infantes podrian razonar. Las personas te miran con curiosidad, pero no pasan de eso, de mirarte en silencio y morbo curioso. 

El anciano habla animadamente con varios hombres, uno tras otro que se acercan para saludar al Capo de la organizacion, y darle los buenos deseos al futuro matrimonio. Te haces la distraida por el bien de tu propia cordura.

—Debo de ir al baño, quedate con la señora, ¿de acuerdo? —le dices a Lilly mientras la sientas en la silla que has abandonado para buscar un poco de aire fuera de esa multitud materialista. Negara sonrie enfocando su atencion en Lilly, y la pequeña comienza a enseñarle algo de su muñeca.

No pierdes tiempo y caminas en medio de algunos invitados, quienes beben y sonrien, ignorantes de la tormenta que llevas dentro de ti en esa instante. Son como un mar que te consume alrededor, que te drenan las energias y que te ahogan en pensamientos. 

Todos esos ojos queman sobre ti, y lo unico que haces es agachar la mirada y escapar tan pronto como puedas. Caminas entre los pasillos de la primera planta, y las luces se vuelven tenues, mostrando los ventanales que dan a las vistas exteriores de la enorme casa. La musica va mermando, y el aire vuelve a tus pulmones, trayendote algo de paz que parecía escurrise de tus dedos. 

Cruzas una puerta de vidrio, y enfocas una pequeña mesa de campo en el balcon exterior, en donde tomas asiento y te obligas a calmar tu ajetreado corazón, con respiros suaves y pausados. 

La brisa nocturna te remueve un poco el cabello, y el sonido sutil de la noche y la música del interior te hace relajarte poco a poco.

La presión de tener que regresar de nuevo te sacude. Tal vez lo mejor sería volver y hacerle frente a la insoportable fiesta, pero una vez que te pones de pie para irte le ves, recostado al borde de la puerta corrediza, con un cigarrillo en los labios y el cuerpo levemente inclinado, en una pose desinteresada, relajada. 

—¿Que haces acá? —pregunta Nanami tomando su cigarrillo entre sus dedos indice y medio, sin separar sus oscuros ojos de ti.  

Un trago grueso resuena en el interior de tu garganta, observando como luce. Terriblemente atractivo, lo suficiente para hacerte recordar. —No me gustan las multitudes. 

—A mí tampoco —susurra, bajando la mirada. Sus ojos miran disimuladamente tu vestido, teniendose un poco más en la zona del escote y piernas. Una sonrisa extraña escapa de sus facciones masculinas. Esta jugando al cazador, una vez más...

—Debo de regresar.

Tu corazón comienza a latir cada vez más rapido, y cuando intentas pasar a su lado su mano lo impite, arrastrandote hacía su cuerpo, hasta quedar justo a su lado. —¿Tan pronto? 

Tus ojos miran nerviosamente hacia el interior, asegurandote de que nadie venga y los encuentre en tal situación. Tu voz se vuelve un mar de nervios. —Sueltame, alguien podría venir y vernos...

Nanami suelta una pequeña sonrisa baja, apartandose un poco sin soltar tu brazo, el cual te mantiene preso con algo de fuerza, botando su cigarrillo al suelo y pisandolo con fuerza. Su mirada se vuelve hacía ti, y no espera más para guiarte hacía algún lugar del que no tienes idea. 

















































Bajo tu Piel | Nanami Kento | ©حيث تعيش القصص. اكتشف الآن