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Dedicaciones para
-jeaaanne
Vale_Night
yourlovinisbible
lulubookssra_
apvcalyptica
y davianaequis
❤️

Activ@s ¿o qlq?

Pulsé el botón lateral de mi teléfono y miré la hora una vez más. 22:30, marcaba. Hacía media hora que se suponía que íbamos a encontrarnos allí, pero, como de costumbre, ni rastro de ella.

Ten paciencia, me pedí a mí mismo. Ya llegará. Solté un suspiro, esperando estar en lo cierto.

En el fondo tengo que reconocer que me daba algo de impotencia ser siempre el webon al que dejaban plantado, pero había estado esperando esa noche con tantas ganas que poco me importaba. Esas últimas semanas había estado full ocupado con las vainas de la empresa y Lucía había estado absorta en sus mil trabajos... Necesitaba un escape del estrés cotidiano, y si iba a permitirme un descanso, si iba dedicarle tiempo —que no me sobraba en lo absoluto— a alguien, esa sería ella. No importaba cuánto más tuviera que esperar.

Además, verla dando vueltas de aquí pa' allá todos los días, sin parar, sin tomarse un segundo para respirar, me preocupaba que jode. Y coño, yo me la pasaba intentado acercarme a ella, insistiéndole en que le bajara dos y se olvidara por un momento de todos los peos en los que estaba metida, pero ya tenía una colección de collares que me hacía con las bolas que me paraba; lo bueno es que con un par más ya podría montar una tienda. Sin embargo, ese día, nuestro cumple-mes 18, era la oportunidad perfecta para hablar con Lu y convencerla de que se tomara un tiempo para sí misma. Michael me había dicho que estaban planeando un viaje a Fiji, Maldivas, o una vaina playosa de esas de gente con rial. Nada como Cata, papá. Pero bueno, el punto es que me gustaba la idea de que ella fuera pa' allá con sus amigos y se olvidara del mundo por un rato. Yo también quería, pues, pero como a mí nadie me había invitado y tampoco iba a ir de arrocero, que al menos fuera ella que bastante que se lo merecía.

Me encogí en la chaqueta de mi esmoquin, cubriéndome como pude del frío neoyorquino que la noche intensificaba. De pana que por mucho que pasara el tiempo yo no terminaba de acostumbrarme a esa vaina; llevaba ya casi tres años viviendo en Manhattan y todavía me sentía como maracucho en Mérida. Y si eso era en mayo que ya como que el termostato se relajaba un chin, no quieres ni imaginarte cómo sería en pleno diciembre. Hasta los mocos se te congelan.

Me le quedé viendo al ramo de flores que había estado haciéndome compañía, yaciendo a mi lado en aquel banco en el que llevaba ya bastante tiempo sentado. Estaba compuesto por dieciocho flores, cada una diferente para cada mes: una margarita por el primero, que fue todo tímido e inocente pues recién empezábamos a acostumbrarnos a la idea de estar juntos; un girasol porque, al menos como yo lo veo, es la evolución de esa margarita, pero más grande y alegre, para simbolizar cuando agarramos más confianza en lo que estábamos haciendo; una orquídea porque es kike la flor de la sensualidad y no explico más pues se sobreentiende lo que quiero decir; una rosa por el amor y la pasión del cuarto mes, que fue cuando comenzó esa típica etapa de luna de miel; una lila, que según el señor de la floristería representa el amor que crece; una malva por la calma y la tranquilidad de cuando le bajamos dos al queso; un tulipán, de tallo fuerte, hecho y derecho, de cuando comenzó la etapa más madura y sólida de nuestra relación... y así hasta la decimoctava flor, una nomeolvides, a ver si Lu captaba la indirecta. La vaina quedaba medio psicodélica con tantos colores y formas distintas, pero a mí me gustaba, y estaba seguro de que a ella también le gustaría.

Reminiscencia | QPCL2Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ