Por primera vez, marico. Por primera vez en los últimos tres años, me había parado sin alarma. O, bueno, al menos que yo recordara.
Abrí los ojos de coñazo cuando fui consciente de que era consciente —valga la redundancia redundante—, y de que a esa sensación de estar despierta sin terminar de estarlo le faltaba un pequeño detalle: La Gozadera.
Coño... ¿Y mi alarma? Ya me estaba empezando a asustar.
Cuando mis ojos se acostumbraron a la luz que entraba por la ventana, pude comprobar que aquel no era mi cuarto.
Tardé un rato en pasar el momento de aweboniamiento mañanero, y recordar todo lo que había pasado la noche anterior, desde que Aisake me había dejado sin papel toilet hasta que me había quedado dormida hablando con Luke en su terraza.
Pero esta no es la terraza, caí en cuenta, aplacando la sonrisita involuntaria que se había formado en mis labios, y reemplazándola por una expresión de confusión.
Miré a mi alrededor, sintiendo tremendo alivio al comprobar que cargaba puesta la misma ropa que recordaba llevar cuando Morfeo me abrazó, y que no había rastro de Luke, ni en la cama a mi lado, donde segundos antes, presa del pánico, me lo había imaginado, ni en el resto de la habitación.
No nos resbalamos, muchachas, le confirmé al grupo de Lucías de mi interior. Operación Tobogán fallada con éxito. Ellas me aplaudieron, y yo estuve a punto de hacer una reverencia cuando escuché la puerta del cuarto abriéndose.
Me tiré en la cama...
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...haciéndome la dormida como cuando de chiquita mi mamá entraba a mi cuarto a las dos de la mañana y yo seguía despiertísima en el celular hablando con mis novios de PicCollage.
Segundos después de escuchar unos cuantos pasos atravesando la habitación, hice mi mejor actuación de estarme despertando, abriendo los ojos lentamente, soltando un buen bostezo falso y semisentándome con los codos apoyados sobre el colchón.
Por un momento me planteé que fueran Marc Anthony y Gente de Zona que me iban a visitar para cantarme La Gozadera en persona ya que me habían dejado clown esa mañana, pero, como era de esperarse, siendo el dueño tanto de la habitación como de la cama que Yolanda había expropiado, se trataba de Luke.
Le hubiera pedido que me cantara La Gozadera él mismo, lo que pasa es que como me estaba haciendo la recién despertada no podía porque ajá: se iba a dar cuenta que era pura actuación digna de Óscar. Y no, no Óscar D'León, Óscar el de los premios.
—Buenos días —me saludó con una sonrisa de labios cerrados, echándome un vistazo rápido sin detenerse en su camino a través de la habitación en dirección al closet.
