Nos quedamos viendo por lo que sentí que fueron años, y fue entonces que me di cuenta de que aunque seguía siendo el mismo de pies a cabeza, a la vez era totalmente distinto. Reparé en todos aquellos detalles que había estado pasando por alto los últimos once años, o que simplemente me había negado a profundizar por falta de motivos: sus anchos hombros, los ángulos perfectos de su mandíbula, las vetas doradas de sus ojos, lo sedoso de su espelucao' cabello...
Y podría seguir, pero me da ladilla y no quiero que me lo robes. El punto es que caí en cuenta del bombón que tenía delante.
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Sus ojos me recorrieron el rostro así como hicieron los míos con el suyo, buscando una razón, algo que nos impidiera hacer lo que ambos queríamos, lo que habíamos estado deseando. Por mi parte, ya casi tres días, y en el caso de Luisfer, quién sabe cuánto tiempo.
Quién:
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Pero no la encontramos, y ante eso, tardamos menos de lo que tardas en decir Maduro coño 'e tu madre en terminar de inclinarnos hacia el otro en un beso.
Nuestros labios colisionaron con una ferocidad que ni nosotros mismos esperábamos, en un beso que comenzó siendo un repentino choque de bocas para acabar convirtiéndose en una lata con todas las letras. Fue un beso desesperado, conclusión de todas las veces que lo había imaginado a lo largo de los últimos días. Fue completamente apasionado; seguro el más apasionado que me habían dado hasta entonces.