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Dedicaciones para UnsaidClau , its_lachama y lulubookssra_ ❤️

—Aquí... está —decía Luke, mientras que, agachado, rebuscaba entre las gavetas de su closet empotrado, en busca de un suéter.

Al mismo tiempo, yo lo esperaba pacientemente en medio de la sala, aún en ropa interior igual que él, pocos metros a sus espaldas, acariciándome los brazos como loca por el frío arrechísimo que cada vez se ponía peor.

Su habitación estaba exactamente igual que la noche anterior, a diferencia de que, en este caso, la cama se encontraba tendida, y sobre ella reposaba la guitarra de Luke, entonces con todas sus cuerdas. La había reparado y, además, se veía por la libreta que también estaba tirada sobre la cama, que había estado escribiendo algo en el periodo de tiempo entre que llegamos a la isla y se fue a bañar a las duchas, encontrándose conmigo.

Inicialmente, cuando había aceptado ir en busca de un suéter o una cobija hasta su cuarto, había sido más partidaria de la cobija. Sabía cómo olían esos suéteres suyos, y si ya estábamos a un salto del encuque con ese muchacho, llevarme prestada una prenda suya, fuera cual fuera —la cobija no contaba porque era de Laucala—, era lo último que necesitaba.

Sin embargo, cuando entramos, Luke fue derechito a sus gavetas, pasando por alto la cobija que volvía a estar en la repisa más alta del closet, a la que yo no había podido llegar la noche anterior. Tampoco le dije nada, porque, en el fondo, quería el suéter.

Lo encontró y sacó, cerró las gavetas, luego la puerta del armario, se dio la vuelta, caminó un par de pasos hacia mí y me lo tendió. Yo me disponía a agarrarlo sin más, hasta que lo vi de cerca, y supe de qué suéter se trataba.

Era ese suéter, mi suéter —aunque no fuera mío en realidad—, que combinaba perfectamente con mis ojos, siendo del color exacto que estos adquirían ante la luz la mayoría de veces. El suéter que me había robado durante gran parte del tour, y que Luke me había obsequiado cuando nos habíamos visto forzados a mantener nuestra relación a la distancia, él en Los Ángeles y yo en Nueva York. El suéter que había dejado en su casa lavándose con otras cosas cuando había entrado con las llaves de Mike, el día de nuestro cumple-mes, con el objetivo prepararle una sorpresa, siendo al final yo la sorprendida. El suéter que había olvidado el día que terminamos. El suéter que seguramente ya había pasado por manos de otras después de mí, entre ellas Aleisha.

—Lo tenía guardado en el cuarto del desorden desde que te fuiste —explicó al ver mi cara, como si pudiera leerme la mente—. Se me había olvidado que lo tenía ahí, y cuando pasó lo de Aleisha hice una limpieza exhaustiva de toda la casa como si eso fuera a hacerme sentir mejor. Ahí fue cuando lo encontré. Cuando lo metí en la maleta no me imaginé que ibas a estar tú aquí. —Bajó la mirada a la prenda y luego la devolvió a mi rostro con algo de vergüenza—. Supongo que encontró su camino, porque, al final, siempre fue tuyo.

—Es tuyo, Luke —quise negarle el regalo que creía que me estaba haciendo. Y digo creía porque entre el frío y las emociones revueltas me estaba costando entenderle—. No puedo...

—Sí puedes —insistió, mirándome a los ojos con firmeza sin dejar de tenderme el objeto, que de repente se veía tan acogedor y cálido en sus manos como lo recordaba sobre mi piel—. Además —añadió con una sonrisa que aparte de cuchi parecía de lo más sincera—, los dos sabemos que te queda mejor a ti.

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Reminiscencia | QPCL2Where stories live. Discover now