No se achanten vale, que ahora es que viene lo bueno
Ya van a ver
Si se botan comentando les prometo que próximamente habrá maratón de varios capítulos
Y les tengo una sorpresa ahí preparada
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De pana que estas vainas sólo me pasan a mí y al Pato Lucas, pensé cuando mis ojos verdes se toparon con una mirada castaña que por mucho que intenté no pude descifrar. ¿Tristeza? ¿Decepción tal vez? No sabría decirte. Solo tenía claro que no me gustaba nada.
Me quedé paralizada, observándolo fijamente, boquiabierta. Quise hablar, decir algo, cualquier cosa que expresara lo culpable que me sentía por todo lo que había pasado esa noche, por todo lo que había estado pasando los últimos meses, cualquier cosa que hiciera que me perdonara, y que todo el dolor que estaba sintiendo y que podía imaginar que él también sentía desapareciera... Pero no pude; mi mente se quedó en blanco, mi boca se negó a moverse.
Tremenda cagada, chica, me dijo mi yo interna —esa si nunca se quedaba callada, sobre todo cuando se trataba de juzgarme—, y no me quedó más que reconocer que tenía razón.
Fue Luisfer quien rompió el silencio, volviendo sus ojos a la cadenita como si dirigiera sus palabras a esta en vez de a mí. —¿Qué tal la cena hoy con tus amigos?
Yo deslizándome por el tobogán de la desgracia:
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