Propuesta

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Me deprimí al volver a casa, todos mis ahorros y esfuerzos estaban tirados en el suelo. Me pregunté millones de veces qué le pasa a mi padre para hacer estupideces de este calibre, talvez querría morir, sabe bien que su vida continúa gracias a la insulina y aún así la tiró. Con lágrimas en mis ojos limpié los restos del líquido teniendo cuidado de no cortarme con el vidrio. Escuché unos pasos detrás de mí, por instinto me giré rápidamente pero solo logré ver su zapato en mi cara. 

Caí por inercia en el suelo, justo donde habían cristales.

"¡Ah! ¡Joder, duele!", me quejé retorciéndome en mi lugar, sentí el ardor de miles de cristales cortando mi piel. 

"Lo siento, no noté cuando llegaste, creí que había una rata husmeando en la cocina", mintió descaradamente. 

"Aquí la única rata que husmeó hace un rato fuiste tú", lo señalé. Apoyé mi brazo en el suelo, sin importar si se incrustaban más cristales en mi piel.

Él abrió los ojos como si no estuviese creyendo lo que acababa de escuchar. Sí, lo acabo de retar y no me importaba. Hace poco lloré por su culpa frente a un chico atractivo y sus dos hermanas menores. Esperé el golpe venir pero nunca llegó, rio y se dio la vuelta.

"Cosas de adolescentes", le restó importancia a lo que dije. 

"¡Si tanto te molesto cómprate tus malditas medicinas tú!", grité llena de furia, me paré a como pude, saqué los pedazos más grandes de vidrio de mis brazos y piernas.

"Eres mi hija, debes ayudarme", dijo con obviedad. 

"Y tú el adulto, responsabilízate", remarqué. Los músculos de su cara empezaban a contraerse de la furia. "No iré a trabajar hoy, tú lo harás", sin decir más volví a salir de casa. 

Algunas personas me miraban con miedo al ver como tengo unos cuantos cortes por todos lados. Fui de nuevo al hospital donde está mi familia, la recepcionista llamó por ayuda para que alguien me examine. En un instante caminé junto a una enfermera para que sacara los cristales de piel y desinfectar ya que habían pequeñas cantidades de insulina. Había puesto unos cuantos vendajes en mi piel. Vi como un doctor pasaba al frente, hicimos contacto visual, es el mismo de hoy. Este se acercó a mí. 

"Deja termino de examinarla", le indicó a la enfermera. Ella asintió y salió de la sala después de desinfectar sus manos.

El doctor se sentó en una de las sillas de la sala, me miraba preocupado. 

"Fue mi padre, discutí con él", era evidente que me iba a preguntar qué me pasó. Este bufó lleno de estrés. 

"Mira, ahora que sé sobre tu caso no puedo dejarte así como así, me preocupas", expresó serio. Me sentí segura con su preocupación. 

"Él tiene mi custodia, el único testigo que tengo eres tú y... un amigo", confesé triste. 

El doctor pensó un poco durante unos segundos, yo jugaba con la tela de la venda que cubría parte de mi brazo. 

"Te tomaré una muestra de sangre", se levantó y rebuscó entre los cajones las cosas correspondientes. Extendí mi brazo sin juzgar el por qué me sacaría sangre, en este momento no le encontraba importancia a nada. Estaba perdida en mis pensamientos de nuevo. 

"Doctor...", le llamé.

"Doctor Yamada", se presentó mejor esta vez. "Si te hace sentir mejor... Tengo buenas noticias para tí", puso un algodón en mi brazo y lo dobló. Lo mantuve cerca de mi pecho ya que me acababa de sacar sangre.

Lo miré esperando una respuesta.

"Tu hermana despertó del coma, el nivel de calcio ha sido efectivo y ahora mismo están realizando los análisis respecti-

𝓛𝓪 𝓱𝓲𝓬𝓲𝓼𝓽𝓮 𝓫𝓻𝓲𝓵𝓵𝓪𝓻Where stories live. Discover now