Sorpresas

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Después del incómodo viaje en el auto del doctor, o bueno, ¿mi padre? Era confuso tener que ponerle un nombre a lo que es de mí; llegamos a casa sanos y salvos, ayudamos a bajar a mi madre del auto y entramos a casa con mis llaves. Encendí las luces sin el miedo de volver y escuchar regaños o un golpe sorpresa de por medio, al fin estaba empezando a sentir la verdadera paz con mis personas favoritas a mi lado. 

"Así que viven aquí", dijo Kenji, el doctor. 

"Sí... Akiko, puedes pasar", le dije a mi hermana después de responderle al hombre, mi hermana estaba en el marco de la puerta temblando un poco, era normal su reacción, después de todo vivió todos estos años con gritos y maltrato más que normalizados, me miró y pareció dudar unos segundos, pero al final cedió y entró a la casa casi encogida en sus hombros. 

"Cariño, ya no pasa nada", dijo mi madre a Akiko, esta corrió hasta mi madre y se abrazó a ella, se sostuvo un poco en su silla de ruedas al abrazarla. 

"No hubiese tenido idea de que vivían aquí...", dijo Kenji mirando el lugar, me dio un poco de pena porque no había limpiado en un tiempo, había estado distraída y decaída con mis cosas como la pandilla, trabajo y en ese momento el estado en el que estaba metida sobre el asunto de Eiji Yoshida.  

"Claro que no, es un barrio un poco bajo", habló mi madre mirando al suelo. "No hubieses tenido idea de que vivíamos aquí...", después de eso hubo un silencio un poco incómodo. 

"Tengo que salir en unos momentos, pueden aclarar bastantes cosas ahora", decidí interrumpir con el silencio. Limpié mis manos en mis pantalones porque empezaba a sudar, había recordado de golpe aquella vez en la que Kisaki estaba tratando de negociar injustamente con Mikey. Sentí una presión en mi pecho, es preocupación. 

"Es pronto para irse, tu madre acaba de llegar", dijo el doctor mirándonos a ambas. 

"Ustedes dos necesitan hablar o al menos descansar", le respondí calmada y con una expresión neutra. 

"Por hoy me gustaría hablar algunas cosas, podemos seguir después", intervino mi madre. El doctor la miró unos segundos y terminó asintiendo un poco, dejé de tensar mis hombros debido a su aceptación. 

"Iré a mi habitación", dije dejándoles en la sala a ambos. Subí a mi habitación, ahora Akiko estaba sentada en su cama o mejor dicho en un colchón algo desgastado, me dio lástima verla ahí sentada con su mirada tan vacía. "Akiko, puedes estar tranquila ahora", puse una mano sobre su cabeza y ella asintió un poco, estaba jugando con las telas levantadas del colchón. "¿Qué dices si le prendemos fuego a este colchón feo?", le sonreí. 

Ella me miró asombrada por mi idea pero me mostró una sonrisa divertida. 

"¿En serio?", preguntó entusiasmada, pero aún sus ojitos seguían apagados y grises. 

"Claro, lo haremos algún día, pequeña", revolví su cabello y me dirigí a mi cama para sentarme y descansar las piernas un poco. Takashi seguramente pasaría por mí, pero se me hacía algo incómodo sentirme como una carga para él. Unas cuantas veces fuimos caminando juntos a nuestras casas y otras veces en su motocicleta, pero eso no quitaba que me sentía como una carga para él ya que siempre aprendí a ser independiente. 

Luego hablaría de eso con él, tengo el dinero suficiente de mi paga para comprarme una bicicleta al menos. Aunque tenía dinero de sobra ahora que no debía comprar insulina para ese viejo feo... Podría gastarlo en algo que de verdad valga la pena, tomé el cepillo de mi mesita de noche y comencé a atar mi cabello en una coleta dejando unos cuantos mechones por delante. 

Escuché pasos que supuse que eran del doctor, tocó la puerta a pesar de que estaba entre abierta. 

"Akiko, dice tu madre que puedes dormir en la cama de Lyla hoy", se asomó por la puerta sin mirar mucho mi habitación, lo notaba un poco tímido a diferencia de cuando lo vi en su lugar de trabajo. 

𝓛𝓪 𝓱𝓲𝓬𝓲𝓼𝓽𝓮 𝓫𝓻𝓲𝓵𝓵𝓪𝓻Donde viven las historias. Descúbrelo ahora