La sangre no es mía

148 15 4
                                    

La brisa golpeó mi rostro como si fuese una suave caricia. 

Mis ojos no podían controlarse debido a la adrenalina que mi cuerpo por sí solo había desarrollado. En esta oscura noche iluminada por faroles del puerto y un leve calor que comenzaba a brotar de mi cuerpo; esta misma noche había decidido condenarme contra un jodido loco de mierda. ¿En qué pensaba? ¿No habría sido mejor pelear contra algún debilucho? 

No había pensado en nada de esto hasta que sentí su puñetazo directamente en mi sien. 

Su golpe había causado que mi vista se fuera a la mierda por completo, me había mareado hasta el punto de dar al suelo y para colmo golpeé mi cabeza en el proceso. 

"¿Eso es todo?", escuché sus pasos venir hacia mí con apresuro, pues aún estaba recuperando mi visión. Sentí un tirón agresivo en mi cabello que me hizo quejarme, su rostro estaba frente al mío y al fin pude dejar de ver borroso. "Creí que me darías más entretenimiento", se burló de mí mientras me clavaba una mirada de desaprobación. 

Sin embargo, no desperdicié la oportunidad. 

"Púdrete", jalé de su cubrebocas hasta arrancarlo de su rostro. El pedazo de tela había caído al suelo, por supuesto que el pelirosa no se esperaba aquel movimiento y con la mano libre le di un puñetazo a su mandíbula.  Logré ponerme de pie y sacudir un poco mi uniforme, toqué hacia mi costado para comprobar la seguridad de mi amuleto de batalla. "Pegas fuerte, pero he recibido peores puñetazos a decir verdad", miré mis nudillos enrojecidos, ardían un poco pero la emoción del momento neutralizaba el dolor. 

"Eres una estúpida", miraba el pedazo de tela en el suelo, cuando alzó su cabeza pude notar la razón por la que ocultaba la mitad de su rostro. Dos cicatrices grandes y notorias yacían al lado de la comisura de sus labios. Por supuesto que me espanté al ver semejante atrocidad, eso es algo que tuvo que doler por siglos, no eran recientes pero aún se notaban... y mucho. 

"Y tú un maldito sádico. ¿Por qué abandonaste el lado de Mikey?", exigí enfurecida. "Eres de los que colaboró con todo este tema de Emma, no?", me acerqué amenazante hacia él ahora que estaba alterado por el tema de su mascarilla. 

"¿Qué pasa con la hermana del comandante?", me miró confundido, cosa que me enojó y le acerté una patada en la rodilla para hacerle perder equilibrio. Hizo a darme una patada también pero fue fácil esquivarla después de desestabilizarlo. 

"¡Responde!", grité. Últimamente había recibido demasiada información para procesar además de diversos sucesos estresantes, a este punto estaba sumamente estresada. Seguramente me saldría cabello blanco a corta edad de tanto estrés.

"Necesito cobrar venganza contra el maldito de Mucho", miró hacia el grandote. "Él fue quien habrá sabido lo que sea que le pasó a la hermana del comandante", bajó la guardia, o al menos eso parecía. 

"Lo dudo mucho, eso es tema aparte. La mejor venganza que puedes cobrar es unirte a ToMan ahora mismo. Dudo que matándolo vayas a sacarle provecho", por alguna razón dejamos la pelea a un lado para razonar, al menos eso creía yo. Me distraje para ver la pelea a lo lejos, cuando de repente sentí otro puñetazo cerca de la nuca. Estaba acabada, casi pierdo la consciencia por ese último golpe de no haber sido que mordí mi lengua cuando caí al suelo, esto me ayudó a mantener consciencia. 

"¡¿Quién te crees para darme órdenes?!", otra vez jaló de mi cabello y golpeó mi cara unas tres veces. Iba por la cuarta cuando se detuvo y comenzó a reír por lo bajo, por mi parte escupí algo de sangre ya que se había acumulado la necesaria cuando mordí mi lengua. 

"¿Qué mierda...?", dejé salir a duras penas. De pronto me soltó con violencia y mi cuerpo descansó en el suelo, tosí un poco dejando salir las últimas gotas de sangre de mi boca. Me di unas palmadas en la cara para despertar aunque al hacerlo me dolió por los golpes recientes, de paso limpié la sangre de la comisura de mis labios con la manga del uniforme; entonces miré a Sanzu: tenía ambas manos en su rostro, seguía riendo al parecer porque su cuerpo temblaba ligeramente. 

𝓛𝓪 𝓱𝓲𝓬𝓲𝓼𝓽𝓮 𝓫𝓻𝓲𝓵𝓵𝓪𝓻Donde viven las historias. Descúbrelo ahora