Historia de amor

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"Adelante", dije.

Él tomó un fuerte respiro para hablar y jugó con sus manos con nerviosidad.

"Todo empezó en los 80's, donde conocí a Mariana, ambos tendríamos unos veinte años apenas, cuando la conocí no hablaba mucho japonés pero yo trataba de comunicarme con ella usando las palabras más básicas posibles. Vino a Japón buscando mejores oportunidades de trabajo en el área de salud ya que era una estudiante de enfermería, fue la mujer más preciosa que vi en toda mi maldita vida. Ahí es donde nos conocimos siendo unos inexpertos en lo que hacíamos pero ella... Me cautivó y acabamos saliendo unos años".

Puse atención a cada palabra que decía.

"Sigue, porfavor", pedí.

"Cuando ella y yo llevábamos años saliendo tuve una emergencia de último momento, me iban a transferir a un hospital distinto pero tuve que viajar hasta Yokohama para negarme y entregar una carta explicando mi situación... A demás tu madre no lo sabía pero estaba embarazada". Tragó saliva fuertemente y estaba temblando un poco, sentí comprensión por él, a demás no tuvo la culpa de lo que pasó.

"¿Ella lo sabía?", pregunté y él negó junto con una lágrima que se deslizaba por su mejilla.

"Hice una prueba con su sangre cuando llégué pero cuándo eso ya era muy tarde...", secó su lágrima con el dorso de su mano.

"Cuando llegaste de Yokohama ese ogro yá habría amenazado a mi madre con arreglar un matrimonio", deduje terminando su historia.

"No la pude encontrar, juro que busqué en cada registro, cada formulario y no hallé nada... Lo siento, Lyla", las lágrimas caían por su rostro y se asustó por eso. "Lo siento no es profesional de mi parte-

"Da igual, eres humano antes que profesional", me levanté de la silla y me acerqué.

"No pude haberte ayudado antes, residía en el hospital de Shinjuku pero ahora estando en Shibuya pude encontrarlas a ustedes", su rostro era sombrío, de verdad se sentía culpable.

"Lo entiendo", me mantuve a raya. "Lo siento si fui paranóica hace unos momentos... La historia fue conmovedora", caminé hacia una máquina de agua y tomé un vaso desechable para servirle agua fría, la cual no dudó en tomar.

"Gracias, Lyla. Gracias por entenderme", su mano tembló al sostener el vaso. Dejé que tomara tranquilamente. "Respecto al estado de tu madre", tembló mucho más, hasta el punto de derramar un poco de agua al suelo.

Esperé lo peor.

"Perdió la movilidad de las piernas", su voz se quebró.

"N-no me digas eso", tapé mis orejas sin poder creer lo que había escuchado. "Ella no merece esto, ella no merece esto. No, no, no, no", empecé a negar aún con mis manos a los costados de mi cabeza. De repente las ganas de vomitar llegaron a mi.

"No, no, no, respira, Lyla. Vas a tener un ataque de ansiedad", se acercó para tomar mis hombros. Yo asentí a lo que dijo tratando de respirar con normalidad de nuevo.

Una vez estuve más calmada sentí como sus brazos me atraparon en un abrazo suave.

"Nunca quise faltar en tu infancia, nunca quise separarme de mi niña...", sollozó pero trataba de controlarlo.

"No es tu culpa que prácticamente hayan secuestrado a mamá", estuve a punto de llorar así que mordí mi lengua y di unas palmaditas en su espalda sin saber qué hacer. Sentir amor paterno fue algo que nunca experimenté, así que no supe qué hacer más que aceptar su abrazo.

"Ven, vamos afuera", dijo separándose del abrazo e intentando no llorar. Salí junto a él y le seguí por los pasillos hasta llegar a una sala distinta.

𝓛𝓪 𝓱𝓲𝓬𝓲𝓼𝓽𝓮 𝓫𝓻𝓲𝓵𝓵𝓪𝓻Where stories live. Discover now