Amenazas

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Estaba yendo camino a la casa de Takemichi. 

Después de todo el altercado con aquella pandilla nueva, no pude saber nada más ya que era asunto de los líderes. Por supuesto que Emma me dijo que intentaría cotillear y darme la mayor información posible a lo que también añadió que entre Draken, Mikey y Takashi, me mencionaron, a lo que ella me contó, ellos dijeron que yo debería saber también por tener ciertos privilegios dentro de la pandilla. 

Suspiré por última vez y crucé la calle para caminar un poco más y llegar a la casa de mi amigo. Quien me invitó fue Yamagishi, enviándome unos treinta mensajes seguidos con muchas caritas. 

Actualmente no había hablado demasiado con Takashi, cosa que me puso ansiosa, pero mamá me dijo que debíamos tener espacio también, con más razón si pasa ocupado con este nuevo tema de los Black Dragons... Y porque me contó que Mana estaba enferma porque comió demasiado pastel. Definitivamente le daría su espacio, pero aún tengo ansias de darle su regalo, en verdad es un anillo bonito. Sumida en mis pensamientos llegué a la casa del rubio y para hacer una entrada épica decidí subir por el balcón. Toqué el vidrio deslizable y de inmediato todo el grupo se volteó a mirarme con asombro, estaban jugando cartas. 

Deslicé la ventana y me escabullí, dándome cuenta que Takemichi seguía dormido.

"Increíble", solté al verlo con moretones en la cara, su mandíbula tenía hematomas cubiertos por vendajes mal colocados y unas cuantas curitas en sus nudillos. 

"Está hecho mierda", soltó Yamagishi acomodando sus lentes. "Ha dormido toda una eternidad", sin más siguió acomodando su baraja de cartas. 

"Debe estar muy cansado, ha lidiado con mucho...", susurré sin quitar mi vista de él, solo yo en esa sala comprendí mis palabras, pues sabía perfectamente que el rubio debía saber algo al respecto de los Black Dragons. Caminé hacia él y me puse de cuclillas frente su cama. Observé con detalle su rostro, bajo sus ojos habían quemaduras provocadas por el llanto.

Mierda. En verdad que debo apoyarlo en esto.

"¿Tienen más información?", pregunté. Ellos interrumpieron su silencioso juego y me miraron. "Como nuevos miembros deben estar al tanto", finalicé. Ayer Emma me contó sobre eso también, los amigos de Takemichi habían unido fuerzas con ToMan, uniéndose a la primera división. 

"No sabemos mucho", dijo Makoto esta vez. 

"Por suerte tenemos al enciclopedia de pandillas", hice referencia a Yamagishi que hasta entonces estaba concentrado en su juego.

"¡JA, ESCALERA REAL!", lanzó sus cartas, Takuya a su lado le pegó un codazo. Takemichi por su lado de metió dentro de las cobijas. "Bien... Lo siento. Veamos. Los Black Dragons están en su décima generación, su líder es Taiju Shiba".

"He escuchado sobre él", recordé a Yuzuha. 

"No tiene la mejor reputación. Reformó su generación y son de las pandillas más corruptas. Según mi entendimiento son capaces de destrozar a golpes a una chica común... Hina-chan tuvo mucha suerte", frunció el ceño. "Es una pandilla que busca dinero por conveniencia y no lo hace de las mejores formas". 

Entre los juegos de mesa esparcidos en el suelo, tomó el ajedrez y colocó la tabla a vista de todos. Prestamos atención según Yamagishi colocaba cada figura. Puso el rey en medio y dos alfiles del mismo color a su lado. Colocó ocho peones detrás de las tres figuras sobresalientes y carraspeó antes de hablar: 

"El del medio puede verse como Shiba, el líder", completó.

"¿Quienes son los dos de al lado?", preguntó Makoto bastante interesado. 

𝓛𝓪 𝓱𝓲𝓬𝓲𝓼𝓽𝓮 𝓫𝓻𝓲𝓵𝓵𝓪𝓻Donde viven las historias. Descúbrelo ahora