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España Franquista siguió con la mirada a la sombra hasta que la perdió de vista. Agarró con todavía más fuerza su daga, listo para cortarle la cabeza a aquel hombre. Caminó hasta el centro de la habitación, seguido de Italia Fascista, y miró a su alrededor. No quedaba ni rastro de la sombra que habían visto antes. 

De pronto, sintió cómo alguien le agarraba de las caderas.

Instantáneamente, el español se dio la vuelta y vio a aquel hombre. Al hombre que había abusado de España. Gruñó al verle, apuntándole con una daga.

El hombre tan sólo sonreía de forma pícara. Se acercó poco a poco al español, quien no retrocedió ni un centímetro.

—No vuelvas a tocar a mi sobrino. Nunca más.—Advirtió España Franquista, con el ceño fruncido y sin apartar su daga de donde estaba. El hombre se rio al recordar a España y lo que había hecho con él. 

—¿O qué?—Preguntó, mientras de la nada comenzaban a aparecer hombres por todos lados. ¿De dónde habían salido? España Franquista gruñó, ignorando a todos aquellos hombres corpulentos que se acercaban a Italia Fascista y a él.

Fue entonces cuando Italia Fascista estiró el brazo y le hizo un importante corte a uno de los extraños que se le había acercado demasiado. Eso atrajo las miradas de todos. Habría diez o doce en total. 

El italiano, a continuación, dio otro tajo y le cortó la cabeza.

Eso fue suficiente para que el reto de hombres se abalanzaran sobre ellos dos. España Franquista deseó con toda su alma tener su otra daga. De todos modos, no se lo pensó dos veces y comenzó a repartir tajos a todo el mundo.

Juntos, Italia Fascista y España Franquista eran una especie de torbellino de cuchillos y sangre. Cortaban cabezas, brazos e incluso partían por la mitad cuerpos enteros por la cintura de un sólo tajo. 

Y, por esa misma razón, hubiesen acabado enseguida aunque hubiesen sido sesenta hombres en vez de doce. Ambos tenían el cuerpo con bastantes cortes, pues los "guardias" de aquel hombre que había secuestrado a España también llevaban armas. 

España Franquista no se lo pensó ni siquiera dos segundos y avanzó con paso rápido hasta aquel desconocido, que se encontraba rodeado por los cadáveres de sus guardias. El español no tardó ni un segundo en descargar toda su fuerza y su rabia en la daga. 

Luego le cortó el cuello y se quedaron solos. 

. . .

Ni siquiera se molestaron en apartar los cadáveres de todos aquellos desconocidos. Era de madrugada, y ambos estaban cansados y heridos. Lo único que deseaban era derrumbarse sobre la cama y dormir durante mucho rato.

Salieron del edificio y guardaron sus armas. Después comenzaron a caminar de nuevo hacia el hotel, que quedaba ligeramente lejos. Posiblemente tuviesen que caminar más de media hora hasta llegar a él.

España Franquista se sentía muy bien. También estaba muy tranquilo al saber que aquel hombre ya no podría volver a hacerle nada a su sobrino.

Caminaron en silencio por el campo. Tampoco se les ocurría ningún tema de conversación, y menos estando tan agotados, así que se limitaron a caminar en silencio hasta que estuvieron en la garita donde se hallaba el hombre decapitado de antes.

Ambos se colaron por la garita, y España Franquista, a diferencia del italiano, ni siquiera le dirigió una mirada al muerto. 

Ya quedaba poco. Siguieron caminando hasta el hotel, sin casi poder mantenerse en pie. Se tuvieron que detener varias veces para reponer fuerzas. El hotel les parecía lo más lejano en ese momento.

Alemania y otras cosas bonitas ★ ❀ CountryHumansWhere stories live. Discover now