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—Míralo, es adorable—dijo Canadá, observando con ternura a Dinamarca, que dormía tapado hasta arriba con una sábana blanca. Era demasiado tierno cuando dormía. USA hizo un ruidito desde su cama, tumbado y tapado también. Apenas había dormido esa noche, y estaba agotado.

Canadá se acercó con cuidado al danés y se agachó a su lado. Le apartó un mechón rojo de la frente, mientras sonreía. Era hermoso.

Dinamarca se movió un poco, con una leve sonrisa. Se tapó más con la sábana, hasta llegar a cubrirse entero. Canadá sonrió, y no le molestó más. Se dedicó a sentarse en el suelo y observar lo poco que se veía  de él. 

Pasó un rato, y, finalmente, Canadá se vio obligado a despertarle, con el corazón encogido. 

Le retiró un poco las sábanas hasta  dejarle a la vista la cara. Luego alargó el brazo y le acarició la mejilla con cariño y un leve sonrojo. 

El danés se movió un poco y volvió a sonrió. Segundos después, abrió los ojos y vio a Canadá muy cerca de él. El canadiense no pudo apartar la mirada de él, hipnotizado.

—D-Dinamarca... Hay que levantarse ya—habló Canadá. Su corazón se puso a mil cuando el danés se acercó a él y le dio un beso en la mejilla. A continuación, se revolvió un poco entre las sábanas y al final se levantó. 

Canadá le pidió que se cambiase para ir a desayunar y el  danés obedeció y se metió en el  baño con su ropa para vestirse. El canadiense esperó con paciencia a que el europeo saliese del baño para ir a desayunar con él al comedor del hotel. 

Dinamarca apareció de nuevo en la habitación apenas dos minutos después, con una gran sonrisa. Canadá se acercó  a él y le sonrió, para después agarrarle de la mano con timidez y dirigirse a la puerta. 

El danés no se resistió y salió de la habitación con el americano a su lado. Apenas llevaban caminando diez segundos, cuando vieron a Países Bajos y a Bélgica caminar también en su dirección, de espaldas a ellos y unos metros más allá.

Para la sorpresa de Canadá, Dinamarca gritó el nombre de Bélgica y comenzó a correr hacia él. El belga se dio la vuelta y sonrió al ver a Dinamarca. 

Al canadiense se le heló la sangre al ver al danés tirarse a los brazos de Bélgica, abrazándole, y después darle un tierno beso.

A Canadá le costó volver a caminar, paralizado. ¿Desde cuándo...? ¿Desde cuándo Bélgica y Dinamarca eran pareja? Avanzó hasta ellos con una sonrisa falsa, tratando de que no se notase  que no estaba en absoluto contento. 

—Hola, Bélgica—saludó, colocándose al lado de Dinamarca, que después de algunos segundos, se había separado del belga, y caminaba a su lado con una gran sonrisa tierna. Bélgica le devolvió el saludo. — Hum... ¿Estáis saliendo?

Se sintió muy estúpido al instante por haber dicho eso. Quizá había sido muy directo, pero no se molestó en disculparse ni nada parecido. Dinamarca giró la cabeza para mirarle con una gran sonrisa.

—Sí, desde hace algunos días—respondió el danés, muy alegre y emocionado. Luego volvió a mirar al frente y se pegó un poco más a Bélgica.

Eso fue como una patada en el estómago para Canadá.

¿Por qué no se lo había dicho? 

De todos modos, Canadá no pensaba quedarse de brazos cruzados. Él amaba a Dinamarca, y se lo iba a ganar fuese como fuese. Y que Bélgica se fastidiase si no le gustaba. 

Llegaron al comedor en silencio. El canadiense no quería estar con ellos, y menos con Bélgica, de manera que se limitó a poner la primera excusa que se le pasó por la cabeza.

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