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Los tres aliados todavía se encontraban discutiendo sobre las normas de la nueva casa (a la que ni siquiera se habían mudado todavía), cuando el timbre de la casa sonó. Third Reich dio un leve respingo. ¿Ya había vuelto a Alemania? Si hacía tan sólo media hora que se había ido de casa para ir al cine con Rusia...

Les pidió a sus aliados que se quedasen donde estaban y agarró un arma. No porque pretendiese dispararle a su hijo, sino simplemente porque es algo que siempre hacía para abrir la puerta. 

Tiró de la puerta principal para abrirla y encontrarse a URSS allí, muy sonriente. 

El alemán continuó serio, y el ruso habló.

—Hola—saludó, sin saber exactamente qué decir. No pensaba que el alemán fuese a mostrarse tan serio y poco ilusionado por su visita. Aunque no le extrañaba en absoluto viniendo de él.

Se inclinó para besarle y romper ese incómodo silencio, pero el alemán se apartó a tan sólo unos centímetros de él, lo cual extrañó mucho al soviético. No se esperaba eso en absoluto. Se sonrojó un poco debido a la vergüenza y pasó dentro de la casa.

—¿Qué quieres?—Preguntó Third Reich, todavía sin sonreír. URSS miró hacia otro lado antes de volver a clavar su mirada en él y hablar. 

—Yo... Bueno... Quería pasar tiempo contigo—respondió, con algo de vergüenza. Después sonrió con emoción, como si fuese un niño pequeño. —¡¿Sabes que aprendí alemán?! ¿¿Quieres que te diga algo??

Third Reich pareció palidecer un poco cuando oyó eso. Luego pasó por delante de él sin hacerle el menor caso. No se imaginaba nada peor que a URSS hablando alemán.

—No.

—Pero si lo hice por ti...—habló el ruso. Se le veía decepcionado. Una vez más, no se esperaba eso en absoluto. Creía que el detalle le gustaría. Third Reich no dijo nada y continuó caminando hasta su habitación. 

—¡¡Fuera de mi cama, cerdos!!—Chilló el alemán cuando vio a sus dos aliados besándose todavía sobre su colchón. URSS simplemente desvió la mirada de allí, avergonzado. Después, el alemán comenzó a tirar a Italia Fascista y a Imperio Japonés de su habitación mediante empujones y cerró la puerta, sin darse cuenta de que URSS continuaba allí dentro.

Third Reich se derrumbó sobre la cama, con los brazos y las piernas extendidas, aprovechando el espacio. 

—Reeich, ¿Por qué no me enseñas a dibujar?—Preguntó URSS, poniendo ojitos, mientras se sentaba en uno de los bordes del colchón. Third Reich resopló antes de hablar.

—No.

—Bitte (Por favor)—Pidió URSS en alemán, alargando mucho la palabra para intentar darle pena al menor. Enseguida se dio cuenta de que, posiblemente, los únicos seres vivos capaces de hacerle sentir pena a Third Reich eran sus mascotas.

—Nein.

—Venga...—Insistió el ruso. Third Reich se agachó, todavía tumbado, para agarrar a Blondi y subirla sobre la cama. La pastora alemana sacó la lengua, feliz, antes de darle un lametón en la mejilla y tumbarse a su lado, con medio cuerpo sobre el colchón y el otro medio sobre el pecho del alemán. 

—Ich wäre Ihnen dankbar, wenn Sie mich in Ruhe lassen würden. (Te agradecería que me dejaras en paz)—pidió Third Reich, con los ojos cerrados y el ceño fruncido. URSS no entendió lo que el menor había dicho, pero, a juzgar por su tono de voz, no podía ser nada bueno.

—¿Por qué me tratas así?—preguntó el ruso, mientras notaba cómo se le llenaban los ojos de lágrimas. Third Reich inspiró hondo y abrió un ojo para observarle.

Alemania y otras cosas bonitas ★ ❀ CountryHumansWhere stories live. Discover now