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—Estonia—habló Letonia, para llamar la atención de su hermano mellizo, que miraba hacia otro lado, hipnotizado casi por completo. —¿Qué tal si dejas de mirar a Finlandia como un acosador?

El estonio se giró de inmediato, avergonzado y algo sonrojado. Sabía que su hermano le estaba viendo, pero... No se imaginaba que se diese cuenta de que estaba mirando a Finlandia.

—Yo... —trató de decir algo, pero no se le ocurrió nada para que el letón no pensase lo que era obvio.

—¿Tú, qué?—Preguntó, con un tono de burla que fastidió mucho a Estonia. El estonio miró hacia otro lado. —Te gusta Finlandia.

—No.

—Sí.

—No.

—Sí

—... Bueno, sí—admitió finalmente Estonia, algo brusco y molesto con su hermano. ¿Por qué tenía que andar siempre espiándole y burlándose de él? Miró hacia otro lado, mientras Letonia sonreía de forma todavía más burlona. Estonia esperó, suponiendo que ahora empezaría a picarle en el hombro, como siempre. Pero no sucedió.

En lugar de eso, Letonia se levantó de su silla y se inclinó hacia su hermano para agarrarle del brazo, y tirar de él, casi tirándole al suelo.

—¿Qué...?

—Estonia, te voy a ayudar a que consigas a Finlandia—respondió el letón, muy alegre. Estonia se quedó callado, sin saber qué decir. Letonia tan sólo había tenido una pareja en su vida, y había cortado con ella a los tres meses. No es que él fuese una gran maravilla, ya que había tenido dos, y habían durado casi siete meses, pero... No estaba seguro de si la mejor persona para ayudarle era Finlandia.

De todos modos, se quedó callado, a la espera de ver qué idea horrible se le ocurría a Letonia esa vez.

Su hermano mellizo comenzó a guiarle hacia algún sitio. Hasta que se detuvo para llamar al ascensor, y eso intrigó todavía más al estonio, pero de todos modos, permaneció callado. Estaba seguro de que Letonia no le iba a decir nada por mucho que se lo pidiese

Cuando el ascensor llegó, se metieron en él y presionaron el botón del tercer  piso. Eso hizo que Estonia se preguntase una vez más a dónde iban. Estaba claro que a ver a algún país, pero el estonio necesitaba saber a cuál.

El ascensor, finalmente, se abrió lentamente y Letonia volvió a agarrar a su hermano del brazo para que le siguiese. Estonia no se resistió, y comenzó a caminar a su lado por todo el pasillo. Abrió la boca para preguntarle al letón a dónde demonios estaban yendo, pero decidió quedarse callado y esperar un poco, pues seguramente no quedase mucho para llegar al sitio al que Letonia quería llegar.

Se detuvieron de pronto frente a una de las puertas, y Estonia no reconoció a quién pertenecía esa habitación. Quedaba ligeramente alejada de la suya. En realidad, eso no era muy difícil, ya que la habitación que compartía con sus dos hermanos mellizos, Letonia y Lituania, se encontraba al final del pasillo. Posiblemente fuese la última de todas.

Su hermano dio unos golpes en la puerta, y esperaron algunos segundos.

No hubo respuesta.

Letonia, extrañado, volvió a dar algunos golpes un poco más fuertes y, otra vez, esperó. Alzó una ceja cuando, de nuevo, no obtuvo ninguna respuesta.

Entonces se le ocurrió que quizás, la persona que buscaba se encontraba desayunando en el comedor. Aunque, de todos modos, decidió entrar, pues el pestillo no estaba puesto. Se dio cuenta en ese mismo momento de que era posible que esa persona estuviese durmiendo y la fuese a despertar.

Alemania y otras cosas bonitas ★ ❀ CountryHumansWhere stories live. Discover now