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A Third Reich le despertó una llamada.

Se revolvió con pereza sobre el colchón y casi aplastó a Italia Fascista cuando lo hizo. Se había olvidado de que continuaba ahí. Agarró su móvil con pereza y vio quién le estaba llamando.

Su padre. Resopló.

—¿Qué quieres?—Preguntó, de mal humor. Ni siquiera eran las nueve de la mañana.

—Hijo, hoy teníamos comida familiar ruso-alemana, te acordabas, ¿No? —Preguntó Imperio Alemán. Third Reich abrió los ojos como platos. Ruso-alemana. Ni siquiera tenía la sensación de que se lo hubiesen dicho alguna vez.

—Eh... Sí, sí, claro...

—Y entonces, supongo que también recordarás que la comida es a la una y media en tu casa, ¿Verdad?—Siguió diciendo Imperio Alemán. Third Reich quedó pálido. No pensaba dejar que un solo ruso pisase su casa. Y lo único que le faltaba era tener a URSS y a Rusia presentes hasta para comer.

Colgó la llamada y resopló. Ahora tenía que levantarse para preparar la estúpida comida familiar. Pero una cosa tenía clara, y eso era que no pensaba pasar la vergüenza y el aburrimiento solo. Le daba igual si Imperio Japonés e Italia Fascista no eran de la familia, les iba a obligar a permanecer junto a ellos todo el tiempo.

Se levantó de la cama y acarició a Blondi, quien llevaba sentada al lado del colchón desde hacía rato, esperando a que su dueño se despertase para poder jugar con él. Sacó la lengua feliz, y dio varias vueltas de emoción cuando el alemán se levantó. Después, se puso a dos patas para recibir cariño.

Agarró a MîssJuríperu en brazos cuando ésta acudió a él con un maullido. Se preguntó entonces dónde estarían el resto de los gatos. Encontró su respuesta en el sofá del salón.

Armin y Benito dormían acurrucados en los brazos de Imperio Japonés. Eran adorables.

Se le hacía raro no ver a Benito con Italia Fascista, ya que siempre que le veía no se separaba de él hasta que se iba. Aunque, seguramente, el cachorro habría salido corriendo nada más inspirar el olor a alcohol que tenía el italiano.

Despertó al japonés, ya que lo más probable era que su otro aliado no se despegase del colchón hasta tarde. O bien, hasta que el alemán le despertase para acudir a la comida familiar.

—Imperio... Tenemos que preparar la comida para mi familia. Vienen a casa hoy—explicó, deseando con toda su alma que el asiático decidiese ayudarlo. Este maulló como protesta y se levantó con pereza del sofá.

—¿A qué hora vienen?—Preguntó. Third Reich comenzó a dirigirse hacia la cocina. No había nada peor para él que pasarse la mañana entera cocinando para su familia y para la de Rusia.

—Alrededor de la una y media.

Imperio Japonés abrió los ojos como platos y corrió también hasta la cocina. Tan sólo tenían unas tres horas y media para preparar una gran comida. Iban a ser muchos.

. . .

Third Reich tan sólo quería derrumbarse sobre su cama y dormir durante horas. Había sido agotador, pero al menos habían terminado de cocinar a tiempo.

Quedaban diez minutos para que la familia rusa y la alemana llegasen, e Italia Fascista recién se había levantado y todavía andaba medio dormido. Aunque al menos ya no estaba borracho.

El italiano se encontraba sentado en el sofá, siendo abrazado por Alemania, cuando de pronto, justo en el instante en el que el reloj pasaba de 1:29 a 1:30, sonó el timbre e Italia Fascista dio un respingo, asustado.

Alemania y otras cosas bonitas ★ ❀ CountryHumansDonde viven las historias. Descúbrelo ahora