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—No, esa película ya la vi yo en el cine y no le gustó, mejor probamos con alguna de misterio—respondió España, mientras buscaba en Netflix alguna película que pudiese ver con Portugal, con quien estaba en videollamada para decidir las películas.

Se mantuvieron algunos segundos callados, buscando alguna película que les interesase. Pasaron los minutos y ninguno decía nada, hasta que, finalmente, Portugal volvió a hablar.

—Mejor miremos una de acción—acabó por decir, mientras comenzaba a buscar en la sección de películas de acción. España le imitó, pero, de nuevo, no encontró ninguna que le convenciese. Y, por lo que parecía, Portugal tampoco.

España se sobresaltó, casi lanzando el móvil por los aires, cuando la puerta de su habitación se abrió de golpe sin previo aviso. Se sorprendió mucho cuando vio que se trataba de Italia.

Abrió la boca para hablar, sin entender en absoluto qué estaba haciendo su pareja allí.

Aunque, antes de que pudiese decir nada, el italiano ya se había acercado a él con paso rápido, le había atraído hacia él con las manos sobre su mandíbula y ahora le besaba como si llevase años sin hacerlo.

España abrió los ojos como platos, pero no hizo nada por separarse del más alto. Alejó el móvil de él para evitar que Portugal viese aquello. Sabía que, si lo hacía, tanto Italia como él empezarían a pelear como unos niños pequeños.

Segundos después, Italia se separó de él y le agarró del brazo. Estaba serio, como si algo le preocupase, aunque con un leve sonrojo.

—Vamos a pasar el día juntos—pidió, con una sonrisita tímida, haciendo que España lo viese como una de las cosas más tiernas del mundo. Aunque bajó la mirada, como si le preocupase algo.

—Pero... Es que Portugal va a venir a mi casa para ver una película juntos—respondió el español. Italia trató de disimular su molestia, mientras España podía ver desde la pantalla del móvil, cómo Portugal fruncía el ceño y soltaba un leve gruñido.

Italia miró a España durante algunos segundos, hasta que, finalmente, se sentó en la cama de España, junto al español.

—Entonces me uno a vosotros.

Portugal se puso rojo de la rabia, y apretó los puños, aunque en el móvil de España no lo pudiesen ver.

—¡No!

La intención de Portugal no era decirlo en voz alta, de modo que abrió los ojos como platos y se puso un poco más rojo por la vergüenza. España suspiró, mientras colocaba su móvil entre Italia y él para que su pareja pudiese ver también la pantalla. El italiano respondió a la mirada asesina de Portugal con un inocente pestañeo que claramente se burlaba de él.

. . .

Después de un buen rato de esfuerzos por ponerse de acuerdo, por fin lograron elegir una película que ver. Para entonces, Italia todavía estaba allí, y le resultaba demasiado divertido ver a Portugal tan enfadado y molesto.

Hasta que el timbre de la casa sonó. España, muy sonriente, se levantó de la cama, seguido de Italia, y acudió para abrir la puerta. Una vez lo hizo, ambos pudieron ver a Portugal, quien se esforzaba por sonreír, allí plantado.

Italia sonrió todavía más para fastidiarle, y pensó en pasar su brazo por las caderas del español, pero finalmente se contuvo.

El portugués trató de ignorarlo lo mejor que podía, hasta llegar al punto de apartarle de un pequeño empujón para dirigirse al sofá junto a España. Italia gruñó antes de seguirles y sentarse junto a ellos.

Alemania y otras cosas bonitas ★ ❀ CountryHumansDonde viven las historias. Descúbrelo ahora