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Third Reich se movió un poco, molesto por despertarse ya. 

La luz ya entraba por la ventana de aquella habitación, y Third Reich se dio cuenta de ello incluso antes de abrir los ojos. Cuando lo hizo, se dio cuenta de que esa habitación no era suya. De hecho, no se le parecía en casi nada.

Se movió un poco más, intrigado por aquel lugar.

Abrió los ojos como platos al sentir un cuerpo pegado a él desde detrás suyo y unos brazos rodeándole. Tragó saliva justo antes de enderezarse con rapidez y girar la cabeza hacia su derecha, con el corazón a mil.

Se le heló la sangre al ver que la persona que dormía pegada a él era URSS.

Comenzó a asustarse cada vez más y comprendió que se encontraban en la habitación del ruso. Cerró los ojos y trató de calmarse, justo antes de levantar las sábanas, rezando para que no ocurriese lo que él...

Se derrumbó sobre el colchón. 

Ambos iban en ropa interior.

Se pasó las manos por la cara, preocupado y asustado. Trató de recordar algo de lo que había pasado la noche anterior, pero no lo logró. Suspiró, tratando de asimilarlo todo.

Aquello no podía ser posible.

Justo en ese momento, notó cómo URSS se movía un poco, lento. El ruso suspiró y sonrió, mientras abría los ojos y le abrazaba con todavía más fuerza. Se acercó un poco al alemán, mientras este palidecía cada vez más.

De acuerdo, sí, era cierto, le gustaba URSS, pero... Todavía continuaba preguntándose cómo era posible que hubiese caído tan bajo como para acostarse con él.

—Hola—saludó el soviético, con voz algo grave por ser lo primero que decía en la mañana. Third Reich no respondió. Ni siquiera le miró. Sintió un escalofrío cuando el ruso se le acercó para darle un beso en la mejilla.

Al alemán le gustó (y, de nuevo, se odió por ello), pero tan sólo gruñó, mientras se daba la vuelta para darle la espalda al soviético. URSS soltó una pequeña risita, justo antes de pegarse a él y abrazarle lentamente. Se enderezó un poco para verle la cara.

—¿Acaba de comenzar el día y ya estás enfadado?—Preguntó el ruso, con una sonrisa. 

Esa sonrisa se desvaneció cuando vio que los ojos de Third Reich estaban llenos de lágrimas. Se le rompió el corazón, mientras pegaba su mejilla a la del menor para consolarle como podía. 

—Awww, Reich, ¿Qué pasa?—Preguntó el soviético, acariciándole el cabello para calmarle un poco. El alemán no respondió, mientras derramaba una lágrima. URSS se acercó a él para darle un beso en la frente y que se calmase un poco, pero el menor le apartó de allí de un empujón.

Luego, Third Reich hundió la cara en la almohada, tratando de calmarse, aunque sin conseguirlo del todo. El soviético se quedó quieto, observándole y sin decir nada. Se sentía muy mal. Lo único que quería era abrazarle, pero no se quiso acercar a él.

De modo que decidió agarrar a Leopoldo II, se que se encontraba durmiendo a los pies de la cama. Se trajo al cachorro con él y lo dejó a su lado, quedando entre Third Reich y él.

URSS sonrió y acarició a su mascota. Luego se acercó al oído del osito y señaló a Third Reich.

—Леопольд, иди и даруй ему, как ты знаешь, он грустит (Leopoldo, ve y consuélale como tú sabes, está triste)—Le susurró el soviético al animal. El oso se encontraba patas arriba, mirando a su dueño con cara de estar entendiendo todas y cada una de sus palabras. 

Alemania y otras cosas bonitas ★ ❀ CountryHumansDonde viven las historias. Descúbrelo ahora