Capítulo 39- Ella nunca los dejo de odiar

6.3K 754 330
                                    

Xie Xue tiene una notebook en su habitación, y es uno de esos raros bichos raros que no pone contraseñas, bastante raro en la sociedad moderna.. 

He Yu se puso frente a la notebook, sus manos volando arriba del teclado, sus ojos almendrados pegados a la pantalla, líneas de código pasaban por sus ojos negros y oscuros a una velocidad vertiginosa.

Unos minutos después, los largos dedos de He Yu presionaron enter. Un mensaje descifrado apareció, reflejándose en sus retinas.

  

"En realidad, L ya no es el punto de la investigación". He Yu se quedó mirando la línea del cuadro emergente y dijo en voz baja: "Así que la policía ya sabía exactamente quién era WZL".

  

Xie Qingcheng ya había hecho su mejor esfuerzo por calmarse para ese momento, después de hacerlo, no sabía si era por sus emociones previas, pero estaba muy emotivo, y estaba sudando un montón. Su espalda estaba tensa y se puso de pie junto a He Yu, inclinándose para mirar el código de su ordenador portátil.

  

Era un mensaje de comunicación interna, de los cuales He Yu había interceptado tres partes. Los mensajes estaban en parte en clave, pero para los dos hombres, que ya conocían parte de la historia interna, el significado era realmente fácil de suponer.

  

"Wang Jian Kang, Zhang Yong han sido asesinados."

  

"Hay un topo, cambia de canal".

  

"Chequea la última posición donde apareció la señal de Lu YuZhu, hazlo rápido".

  

Por no hablar de Xie Qingcheng, incluso He Yu estaba aturdido.

  

La última persona era ...... Lu YuZhu?

  

Lu Yuzhu era la clase de persona más honesta y sencilla del mundo.

Estaba en sus cuarenta años y ayudaba en la enfermería del colegio, era una persona abierta y charlatana. He Yu y Xie Qingcheng habían ido a la enfermería de la Universidad por una variedad de cosas, y ambos habían tenido oportunidad de intercambiar unas palabras con ella.

  

¿Cómo podría ser ella ......?

  

Al mismo tiempo, junto al edificio de enseñanza de la Universidad de Shanghai, cerca del lugar del asesinato de Zhang Yong.

  

El jefe de policía Zheng se sentó rígidamente en el auto del comando, un par de ojos de pantera estaban llenos de sangre, y los policías que estaban detrás de él guardaron silencio.

  

Todos habían oído cómo un hombre le gritaba a Zheng Jingfeng en una llamada telefónica. Los policías más veteranos sabían quién era este hombre, y los más jóvenes, aunque no lo supieran, se habían enterado en un dos por tres.

Lo que más los aturdía, eran los dos asesinatos que no habían podido evitar.

  

El fuego seguía ardiendo y algunos de los agentes estaban fotografiando la escena del crimen, protegiéndola y buscando pruebas.

  

Zheng Jingfeng giró su termo y tomó un poco, calmando apenas su corazón.

  

Libro de Casos ClínicosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora