Capítulo 93: Él es una persona apartada

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En ese momento, algo sucedió que tuvo un gran impacto en Xie Qingcheng.

En los últimos años, se habían descubierto tres casos de ébola mental en China, de los cuales el N°3 había estado bajo custodia en un hospital privado.

Y fue durante ese tiempo que el caso N°3 murió repentinamente.

Antes de morir, los registros médicos decían que perdió todo el sentido de sí mismo e incluso mató a su padre, que había estado cuidando de él junto a su cama.

Xie Qingcheng permaneció sentado durante mucho tiempo tras conocer la noticia.

El caso N°3 era el que más tiempo había luchado contra la enfermedad, aparte de él. Xie Qingcheng también había sido responsable de su tratamiento guiado con el equipo de investigación durante un período de tiempo.

En ese momento, el caso N°3 seguía siendo normal e incluso Xie Qingcheng sintió que nunca enloquecería.

Pero murió de todos modos.

Había sangre por todas partes en la sala, como una magnífica flor Manzhushahua en plena floración. [1]

A juzgar por las cámaras de seguridad, se observó que el caso Nº 3 había atacado a su propio padre a mordiscos; durante el ataque de la enfermedad se comportaba como un loco. Si no decían de antemano que el del video era una persona, y a juzgar por la imagen borrosa, se podría llegar a pensar que se trataba de un feroz monstruo chupasangre.

一No reconoció a su padre en absoluto.

一Su padre seguía llamándole por su nombre, pero no servía de nada.

一Era simplemente horrible.

Xie Qingcheng seguía repasando lo que había visto en la cinta, recordando los detalles de lo que otros le habían descrito.

Al final, recordó que cuando el caso N°3 aún estaba despierto, no quería ceder en absoluto al sufrimiento.

El caso N°3  estaba ya en una fase avanzada y, el tipo de medicamentos recién desarrollados en Estados Unidos no podía aliviar su estado.

Pero Xie Qingcheng todavía tenía opciones. Todavía tenía una oportunidad.

Finalmente, el día en que terminó el funeral del caso N°3 con su padre, Xie Qingcheng se acercó a Qin Ciyan y le dijo: Maestro, estoy dispuesto a ser tratado con la nueva medicina.

El hecho de que todo siguiera en marcha era una señal del destino.

Xie Qingcheng comenzó a tomar medicamentos especiales y pudo sentir que su mente ya no era tan ágil como antes. Pero su salud y su fuerza, parecieron regresar lentamente a su cuerpo.

Finalmente, un día, cuando terminó los cinco kilómetros de campo traviesa con un saco de arena en la espalda, supo que ya no era el primer paciente.

 Era Xie Qingcheng.

Era el mismo Xie Qingcheng que, muchos años atrás, había fantaseado con la idea de que un día podría obtener un rango oficial y llevar un uniforme de policía. Pero por desgracia, aunque la fuerza física había vuelto, los años no podían volver. 

Había perdido para siempre su sueño inicial.  

La realidad era que se graduaría de la Universidad, se convertiría en psiquiatra y luego pasaría su vida en paz y tranquilidad.

En ese entonces, no quería meterse en demasiados problemas, ya no tenía la sabiduría suficiente para ayudar o hacer demasiadas cosas.

Xie Qingcheng sólo pretendía dedicar el resto de su energía a la superación de la enfermedad mental.

Libro de Casos ClínicosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora