Capítulo 178: Reconexión de pistas

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Las familias de funcionarios y comerciantes adinerados de Yanzhou tendían a ser más confusas que en otros lugares.

La familia Wei era un ejemplo típico.

Ellos pedían a un sacerdote taoísta que les predijera la fortuna de su familia a causa de un matrimonio fugitivo y, a partir de entonces, todos los banquetes de boda se celebraban en la villa de la montaña que el sacerdote taoísta había calculado como favorable para su familia. Y ese comportamiento era sólo la punta del iceberg.

El regalo de los pendientes de la cruz de huesos con la inscripción “R.I.P” a la novia recién casada era también una norma de la familia Wei que los forasteros no conocían. Esta regla era anterior a la de los eventos en el hotel y sus orígenes se remontaban a una vieja leyenda entre la propia familia Wei.

***
Según la leyenda, fue hacia el final de la dinastía Qing y el comienzo de la República de China cuando los antepasados de la familia Wei rescataron a una niña que nació con el pelo rubio y marrón. Su madre era una joven humilde, nunca habló del padre y trabajaba sola con su hija largas horas como obrera en una tienda. Unos años más tarde su madre murió, la tienda en la que trabajaba estaba mal administrada y cayó en la insolvencia. La niña pobre y débil quedó desamparada, por lo que terminaron poniéndole una marca de hierba y fue vendida por los acreedores. (1)

La niña, influenciada por su madre, creía en Cristo Jesús, le gustaba escuchar a los predicadores y era ideológicamente incompatible con la sociedad de su tiempo.

Para una niña tan extraña, no habían grandes familias que estuvieran dispuestas a comprarla para que fuese su criada y mucho menos aún como su nuera o ama de llaves, e incluso le contestaba a sus acreedores.

Una vez, ella llevó sus palabras demasiado lejos y su acreedor en un ataque de ira, le obligó a tragarse un puñado de carbón ardiendo. La garganta de la chica se arruinó de inmediato y se estaba muriendo. Al ver esto el acreedor, que no tenía ninguna simpatía por ella y le resultaba demasiado problemática, la echó a la calle y la dejó a su suerte.

Fue entonces cuando los antepasados de la familia Wei encontraron a la niña.

El anciano tenía una tienda de medicamentos y era muy bondadoso. En ese momento, su propio hijo que había estado sufriendo de una enfermedad terminal acababa de fallecer, así que no pudo dejar pasar esta escena sombría.

El anciano se llevó a la niña a casa y la trató bien. Sin embargo, las heridas de la niña eran demasiado graves y el tratamiento médico no estaba bien desarrollado en aquella época, por lo que, a pesar de los cuidados y la atención que recibió, la niña no tenía cura y moriría pronto.

Antes de morir, rogó a los antepasados de la familia Wei que encontrasen una cruz para ella, diciendo que quería dejar este mundo con una cruz en sus manos.

El antepasado no sabía dónde encontrar un objeto extranjero como ese, pero no podía soportar que el último deseo de la niña quedará sin cumplir, así que simplemente tomó madera e hizo una cruz para ella con sus propias manos. Aquella noche, la niña sostuvo la cruz y la miró una y otra vez, murmurando algunas palabras en silencio, derramando una gota de sangre y lágrimas que salpicaron en la cruz y luego murió repentinamente.

El anciano se compadeció de su miseria y ordenó que la enterraran. Sin embargo, el día antes del entierro, el anciano tuvo de repente un sueño muy misterioso en el que veía a la niña con alas blancas como la nieve que se acercaba rodeada de nubes auspiciosas y le decía con una voz tan dulce como la música celestial que había venido a agradecer al viejo por sus últimos cuidados, y a pedirle al anciano farmacéutico que enterrara sus huesos junto con los de su hijo que había muerto prematuramente, así ella sería capaz de ser una compañera compasiva para el hijo del anciano en el otro mundo y una bendición para las generaciones futuras.

Libro de Casos ClínicosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora