Capítulo 159: Finalmente un corazón despiadado

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El fin de semana llegó rápidamente.

El encuentro deportivo se celebró, como estaba previsto, en el patio de la Universidad.

Las actividades en las cuales incluyeron a He Yu fueron la carrera masculina de mil quinientos metros, en la infernal de dos mil metros llanos y, finalmente, en el rey de los demonios, la de tres mil metros llanos.

Era un hecho que el comité deportivo de su clase era realmente malo, ya que la carrera de resistencia masculina de mil quinientos metros y de tres mil metros eran patatas calientes y el comité deportivo no podía conseguir que nadie se apuntara, así que aprovecharon las visitas diarias que hacía He Yu a la facultad médica de al lado para ver a su chica para poner su nombre en la lista sin que se diera cuenta.

La carrera de mil quinientos metros fue antes del mediodía. Llevaba una sudadera y unos pantalones blancos como la nieve y estaba de pie en el campo de atletismo. Era realmente guapo y elegante, con muy buen temperamento. 

Miró alrededor de la tribuna de espectadores, pasando por encima de las emocionadas estudiantes de años superiores, pero no había rastro de Xie Qingcheng en ningún lugar al alcance de su vista.

En ese momento, sonó el silbato.

—¡Preparense! Uno, dos… ¡Ya!

El arma se disparó y los hombres salieron.

Cuando Xie Qingcheng llegó, la carrera ya había terminado y He Yu había quedado segundo lugar. Estaba sentado jadeando a un lado de la pista de atletismo, descansando con sus manos en la espalda.

Estaba rodeado por sus compañeros de clase, estaban boca abajo sudando profundamente, lo que hizo que Xie Qingcheng no fuera más allá.

Le pareció que era una hermosa  pintura, y si él caminaba a ella estando tan enfermo, su belleza desaparecería.

Alguien le entregó agua a He Yu y él tomó varias veces, respiró hondo; el pelo de su frente le colgaba húmedo delante de los ojos, se echó hacia atrás, sonrió y dijo unas palabras a sus compañeros.

Y fue en ese momento cuando vislumbró a Xie Qingcheng junto a las gradas.

He Yu originalmente no tenía fuerza en absoluto, ¿qué estudiante universitario normal todavía tendría fuerza después de correr mil quinientos malditos metros? No estaba en una academia de deportes ni en una academia militar o de policías.

Pero en cuanto vio a Xie Qingcheng, de repente tuvo fuerzas. Sonrió a la luz del sol, se levantó, saltó la barandilla y corrió hacia Xie Qingcheng.

—Has venido.

—Hm.

—¿Acabas de llegar?

Xie Qingcheng dio otro “hm” y le preguntó— ¿Ya has terminado?

He Yu se sujetó la frente y le miró con una sonrisa— No, todavía quedan los tres mil metros por la tarde. Tú has venido a mirar, entonces voy a quedar en primer lugar.

Xie Qingcheng le dijo— Hazlo lo mejor que puedas. No hay que esforzarse tanto, es sólo una carrera.

Le dijo a He Yu nuevamente— Siéntate y descansa un rato.

He Yu se sentó a su lado obedientemente.

El patio de la Universidad estaba construido a la escala de un estadio de atletismo normal y era muy grande, así que donde estaban sentados He Yu y Xie Qingcheng no había nadie.

Mientras estaban sentados, el ambiente se convirtió en algo parecido a una cita entre estudiantes.

En el patio de recreo, algunos estudiantes limpiaban el campo y se preparaban para la competencia de la tarde.

Libro de Casos ClínicosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora