Acuerdos y Maldiciones - Saga "Los Privilegiados II"

Acertijo

Acertijo

El gran cúmulo de personas contempló como Joseph abandonaba pausadamente el puerto, como si el tiempo pasara a una velocidad más lenta. Poco a poco todos comenzaron a retirarse de la costa que daban con el muelle, muchos caminaban con las cabezas gachas y con un poco de miedo en sus pensamientos, pues sin Joseph en la isla, la misma se veía vulnerable y hasta peligrosa. 

Una vez que todos se habían ido, los jóvenes se quedaron allí, estudiando el firmamento de las olas mientras permanecía sentados en los peldaños de la entrada al puerto principal.

—¿Y ahora que? —preguntó Minos sosteniendo su bastón amarronado mientras descansaba su espalda en unos de los escalones.

—Pues… Joseph dijo que nadie nos atacará —respondió Elijah.

—¿Y tú le crees? —habló Gia.

—Estamos hablando de Joseph, no podría no creerle…

—Pero…

—Pero sí, todo se ve muy sospechoso.

—¿Y qué hay con eso que dijo al final? —formuló Elián junto a Minos.

—No lo sé, no recuerdo nada —le respondió este último.

—Lo de que el ocaso se esconde detrás de las montañas más viejas.

—Ya he escuchado eso antes.

—Sí —dijo Evan con firmeza despojado de sus pensamientos—. Lo dijo después de darnos la noticia que estaba obligado a irse… pero nunca dijo que se iba a ir como un prisionero.

—¿Qué quieres hacer al respecto? ¿Ir a buscarlo? Por qué eso es imposible, Evan —intervino Gia.

—Eso ya lo sé… es que… verlo irse de esa forma, me hace sentir extraño. Tal vez debimos hacer algo.

—Evan, calma, Joseph lo ha decidido así. Quizás formé parte de su plan —le respondió Elijah.

—¿Un plan? Vaya plan entonces, podría haberlo compartido con nosotros —se quejó Minos.

—Sí, pero… ¿Y si no podía hacerlo? —agregó Evan.

—¿A qué te refieres?

—Mira, he estado pensando en las palabras que Joseph ha dicho durante mucho tiempo este mes y adivinen qué descubrir.

—¿Qué descubriste? —preguntó Elián emocionada.

—Nada…

Y al escuchar estas palabras, Minos no pudo evitar reírse de él.

—¡Patético! Todo un mes intentando resolver un acertijo, ¿y no tienes nada?

—Yo no dije eso —lo interrumpió y Minos cayó de súbito—. No me había percatado antes, tal vez no lo entendí hasta no ver a esa mujer y a Joseph siendo llevado a bordo de su nave.

—Pero… dinos —lo apuró Gia algo curiosa.

—Pues no lo he descifrado aún, pero Joseph dijo: “No puedo por qué el ocaso cae sobre las montañas más viejas”, primero intenté entender a qué hace referencia cuando nombra a las “montañas más viejas”. Esto no me tomó mucho tiempo, pues conociendo que las montañas cercanas a La Gran Capital son llamadas Montañas Antiguas, es fácil ver la similitud en ambos nombres. Sin embargo, habla del ocaso y este se produce en el oeste, lo cual suena contradictorio, pues las Montañas Antiguas están ubicadas al norte. Por lo que, tras pensarlo largo tiempo, comprendí que al mencionar el ocaso, no se está refiriendo al ocaso en sí, sino a otra cosa, como si usará la palabra como una metáfora.